8 sept 2016

Ese aburrimiento mortal. La banalidad del bien


[...] Hacia mediados del XIX, aparece por primera vez el sustantivo abstracto boredom, y lo hace no por casualidad en la novela Casa desolada de Charles Dickens, uno de los grandes retratistas de la sociedad decimonónica. En ese sentido, el aburrimiento es un estado de ánimo típicamente burgués. Es el producto del proceso de industrialización, urbanización y desencantamiento del mundo moderno, de una transformación singular de la experiencia del hombre que le arranca de sus referentes tradicionales y le obliga a buscar nuevas fuentes de sentido. [...] Lee más

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7 sept 2016

Cosmética, farmacopea, higiene y perfumes en el Antiguo Egipto

Tanto el ritual del baño como la fabricación de perfumes y ungüentos como la farmacopea tenían en el Antiguo Egipto connotaciones sagradas. En la higiene como en la cosmética se mezclaban el carácter religioso con el placer: la ostentación de riquezas, legiones de esclavos, y el empleo de aceites y esencias aromáticas que solo los sacerdotes podían preparar y dispensar.

Humectar y proteger la piel: los aceites sagrados

Se creía que las recetas y los ingredientes eran saberes transmitidos por el dios Thot, así como la química y la escritura. Estos aceites sagrados humectaban y protegían la piel. El clima uniforme y riguroso, desértico, de Egipto, alcanza máximas de hasta 38 grados o más en los meses de verano, atemperadas en la zona mediterránea por influjo del mar mientras que sus inviernos son muy suaves, con muy escasas precipitaciones.

La ceremonia del baño

Las damas esperaban su baño "arrodilladas en una estera de juncos mientras una esclava vertía sobre sus cabezas, agua perfumada con mirra, azafrán o canela", otra untaba sus cuerpos con ungüentos y aceites, y otra ofrecía un ramillete de flores."Ningún egipcio se privaba de su baño diario. Los menos adinerados, humectaban su piel con aceite de ricino, mezclado con menta y orégano." Ni los hebreos ni los egipcios conocían aún el jabón.

La farmacopea egipcia

Guillermo Calvo Soriano nos cuenta que los egipcios fabricaban sus drogas, perfumes y ungüentos en laboratorios situados en los templos para proceder a los ceremoniales del culto. Empleaban plantas, piedras raras, aceites minerales o vegetales, grasas animales, resinas, hierbas, y baños de natrón para la conservación de los cuerpos momificados, pero también sangre de lagarto, secreciones de oído de cerdo, excrementos de niño, de asno, de perro, de gacela, de hipopótamo, e incluso de mosca, combinados todos ellos con leche materna, aceites finos y con otras grasas de origen animal.

Fumigar la casa con incienso y curar enfermedades

Las esposas fumigaban su vestidos y sus casas con incienso, granos de pino piñonero, resina de terebinto, juncia aromática, corteza de cinamonio, melón, caña de Fenicia que, molidos y reducidos a una masa, se ponían al fuego. Existían medicamentos para curar quemaduras, mordeduras, picaduras de insectos, lesiones por espinas, en forma de jarabes, ungüentos, polvos, supositorios y enemas, y anestésicos.

Plantas psicoactivas, sugestión y magia

Los egipcios conocían el valor curativo del ajo, la acacia, el anís, el comino, y de ciertas plantas psicoactivas (la mandrágora, el beleño, la adormidera y varias especies de "daturas" se administraban con cerveza y vino), que empleaban en principio sólo con criterio mágico, pero con instrucciones muy similares a las actuales, sobre dosis, horarios y modos de empleo. Utilizaban el cobre, el sulfuro, el carbonato de sodio, el arsénico y el bicarbonato.

Curar la calvicie, la impotencia y la tos

En un papiro de la XII Dinastía se habla de cierta clase de hongo que se utilizaba para tratar llagas y heridas abiertas, la calvicie, o la impotencia. También existían por entonces, tratamientos por inhalación para calmar la tos y cánulas fabricadas con tallos huecos recubiertos de lino para la alimentación artificial.

El hambre

Con frecuencia los remedios iban acompañados de sortilegios y alusiones a una determinada divinidad. "Pronunciar con una voz justa tales o cuales fórmulas mágicas, era asegurarse una seria probabilidad de curación." El cólera, la peste, la lepra, la tuberculosis, la viruela y el cáncer eran conocidos y requerían la intervención del clero. Pero uno de los azotes más terribles era el hambre, que traía escorbuto, disentería, úlceras, raquitismo, y que solo podían curarse con la ingestión de alimentos.

Tratamientos para la belleza: la cosmética egipcia

Además de los óleos o cremas, las damas egipcias usaban pinturas para la cara, roja y blanca, y un polvo negro, el kohol, hecho de sulfato de antimonio, que aplicado con una varilla de madera o de marfil a los ojos, aumentaba su brillo y los hacía parecer más grandes. También se manchaban las manos y los dedos con las hojas de la alheña (Lausonia inermes).
Algunos ungüentos tenían olor a almendras o a orégano, aunque la mayor parte de sus ingredientes provenían de Arabia: el incienso, la mirra, que se guardaban en botellas, frascos o pomos de alabastro, ónice, cristal, profirio u otros materiales resistentes, o en cajas de marfil. Los que no podían costearse estos ungüentos, usaban como sucedáneo aceite de ricino.

Sombra para ojos y pintura para labios

Según Pilar Gonález Serrano"Los polvos para la sombra de ojos, azul o verde, se obtenían del antimonio, la malaquita y la azurita. Se mezclaban con grasa en una paleta provista de una cazoleta central. Para la obtención del rojo de labios y coloretes se utilizaba el 'fucus', un género de las algas pardas de las que obtenían yodo y sosa."

Pinturas para el cuerpo

Con la «henna» (la alheña árabe, tinte obtenido de las hojas de lawsonia) fabricaban un producto de color anaranjado con el que se pintaban las uñas, palmas de las manos y plantas de los pies. También utilizaban el ocre (óxido de hierro hidratado) y el azafrán. Empleaban la piedra pómez para la limpieza de los dientes y productos depilatorios para eliminar el bello superfluo.

Los perfumes

Podemos considerar a los sacerdotes egipcios como los primeros perfumistas artesanos ya que eran los únicos que podían dispensarlos según tres fines diferentes: ofrendas a los dioses, embalsamamiento de los dioses y usos domésticos, particulares y festivos.
Se fabricaban a base de mirra (gomorresina aromática), estoraque (bálsamo procedente de un árbol de la familia de las estiracáceas) y benjuí, incienso, resinas de trementina, betún de Judea y otros extractos vegetales o florales "que se solían mezclar con vino de palma, pulpas de frutas, aceite de nardo, de sésamo o de almendras." (Libro de los perfumes, Rimmel, E., Hiperión)

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