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10 mar 2017

Marie Bonaparte, la princesa, y el psicoanálisis

Marie Bonaparte (2 de julio de 1882, Saint-Cloud - 21 de septiembre de 1962, Saint-Tropez), princesa de Grecia y Dinamarca, fue además una escritora y psicoanalista francesa.
Estrechamente vinculada a nivel profesional con Sigmund Freud, con su riqueza contribuyó al sostenimiento y popularidad del incipiente psicoanálisis y ayudó al propio Freud a escapar de la Alemania nazi. Por su matrimonio con el príncipe Jorge de Grecia entró a formar parte de la familia real griega, siendo uno de sus miembros más queridos y peculiares. 

Primeros años y vida

Marie Bonaparte nació en Saint-Cloud, en el departamento de Hauts-de-Seine (Île-de-France). Su madre, Marie-Félix Blanc, falleció pocos días después del nacimiento de Marie, víctima de una trombosis. Su padre fue el príncipe Roland Napoleón Bonaparte, lo que le convertía en sobrina nieta de Napoleón Bonaparte. Su abuelo paterno fue el príncipe Pedro Napoleón Bonaparte, hijo del príncipe Luciano Bonaparte y sobrino de Napoleón. Su abuelo materno fue François Blanc, la principal estrella de Montecarlo. Sus íntimos la llamaban Mimi. 
El 21 de noviembre de 1907 se casó con el príncipe Jorge de Grecia, en una ceremonia civil celebrada en París. Veintiún días más tarde volvieron a casarse, esta vez en una ceremonia religiosa, en Atenas. A partir de entonces pasó a ser la Princesa María de Grecia y de Dinamarca y, como tal, tuvo dos hijos: el príncipe Pedro de Grecia y la princesa Eugenia de Grecia.
El 2 de junio de 1953, el matrimonio acudió a Londres con motivo de la coronación de la reina Isabel II del Reino Unido. Lo hicieron en representación de Grecia, debido a que no pudo acudir el rey Pablo I de Grecia. Marie era la tía del marido de la nueva reina británica y, por tanto, tía del nuevo Duque de Edimburgo. Curiosamente, Marie se aburrió tanto en la ceremonia de coronación que bromeó sobre la posibilidad de psicoanalizar al señor que estaba sentado al lado de ella. Un señor que consiguió entretenerles durante la velada, explicándoles sus actividades. Un señor que veintiocho años después sería el Presidente de la República Francesa. Ese señor era François Mitterrand. 

La princesa y el psicoanálisis

La gran pregunta que nunca recibe respuesta y que yo no estoy capacitado para responder, después de mis treinta años de estudios sobre el alma femenina, es: ¿qué desea una mujer?
Sigmund Freud, en referencia al caso de Marie Bonaparte
Marie padecía de frigidez, pero a pesar de esta disfunción sexual, había mantenido relaciones sentimentales con Aristide Briand, Primer Ministro francés y con Rudolf Loewenstein, discípulo de Sigmund Freud. Este último le recomendó someterse a un tratamiento con el famoso psicoanalista. 
Desde entonces, Marie se sintió tan interesada por el psicoanálisis que decidió no sólo apoyar económicamente a Freud, sino convertirse ella misma en psicoanalista.
Marie Bonaparte, que ejerció como psicoanalista hasta su muerte en 1962, hizo un gran servicio a la causa del psicoanálisis: protegió a Freud de la irracionalidad de las autoridades nazis alemanas, financió las exploraciones antropológicas de Géza Róheim y el proyecto que permitiera a James Strachey hacer la primera traducción de las obras completas al inglés (la Standard Edition) y resguardó la correspondencia de Freud a Wilhelm Fliess (aunque Freud sugirió que fuera destruida). Además, Bonaparte formó parte del grupo de doce miembros fundadores de la Societé Psychanalytique de Paris SPP en 1926 y de la Revista francesa de psicoanálisis, la Revue française de psychanalyse, un año más tarde. 
La historia de cómo auxilió a Freud y su familia a huir de los nazis se narra en la película Princesa Marie (2004), dirigida por Benoît Jacquot y protagonizada por Catherine Deneuve, como Marie Bonaparte, y Heinz Bennet, como Freud.

Muerte


Falleció de leucemia en Saint-Tropez. Sus restos fueron incinerados en Marsella y sus cenizas esparcidas en la tumba de su marido en Tatoi, cerca de Atenas. 

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9 mar 2017

La colección de estatuillas de Sigmund Freud


Los viejos y sucios dioses. Con este título, el Museo Sigmund Freud, de Viena, muestra hasta el 17 de febrero de 1999, 150 piezas de la colección arqueológica de Sigmund Freud. En la exposición se destacan los vínculos entre las reliquias de la antigüedad y las doctrinas del fundador del psicoanálisis. Sigmund Freud afirmaba que los objetos de su colección le servían para "concretar mis ideas volátiles o preservarlas de la desaparición". En 1899 escribió: "Mis viejos y sucios dioses colaboran en mi trabajo como pisapapeles".

Acostados en el diván, sus pacientes se veían rodeados de 3.000 estatuillas, jarrones, escarabajos, anillos y otros objetos de la antigua Roma, de Grecia y Egipto, así como de algunas piezas chinas, indias y precolombinas. La sala de consultas, que parecía un caprichoso museo de provincia, contrastaba con el estilo conservador burgués de los demás aposentos del apartamento de Viena donde Freud vivió y trabajó durante 40 años. Según el psicólogo Bruno Bettelheim, este constraste reflejaba lo excepcional que era Freud como descubridor del subconsciente y lo trivial que era en su vida familiar. En cualquier caso, la colección era tan importante para el escritor y médico vienés que se preocupó de conseguir salvarla cuando viajó al Reino Unido huyendo de los nazis e intentó reproducir el mismo ambiente en la casa londinense en la que se alojó con su familia hasta su muerte. Continúa leyendo

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18 dic 2016

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