Dos periodistas occidentales que querían escribir un libro sobre China subieron a 80 aviones, volaron 220.000 kilómetros, visitaron 25 países, atravesaron en coche 15 fronteras peligrosas, y hasta pusieron en peligro sus vidas en 15.000 kilómetros de carreteras. Fueron dos años de trabajo y mucho dinero.
¿Para escribir sobre China hace falta dar la vuelta al mundo? Hace años, no. Hoy sí.
Estos dos periodistas no querían contar lo que tantas veces hemos escuchado, el naciente poder chino, sino querían relatar cómo China está conquistando el mundo. Y la única forma de hacerlo era visitando muchos países donde hay comunidades de chinos.
Las empresas estatales chinas, por ejemplo, llegan a un país y hacen la siguiente oferta: te construimos carreteras, presas, estadios o lo que quieras a cambio nos das tu soja, tu petróleo o tu madera. China pone la financiación (tiene dinero de sobra producto del ahorro de millones de chinos y de su excedente comercial). También aporta mano de obra (plantilla barata, exportable, numerosa, no se queja y es muy productiva).
Eso es lo que han hecho los chinos en Argentina, en Sudán y en Rusia. Esa es una vía de penetración. Otra vía usa el modelo marabunta. Los chinos entran en Egipto, por ejemplo, y empiezan a comerciar casa por casa vendiendo ropa de algodón. Con el tiempo ya tienen una empresa de tamaño mediano, y al final, un almacén donde se compra y vende algodón al por mayor.
Otros chinos vienen a trabajar a ese país (suelen venir del mismo pueblo al correrse la voz), y el chino más antiguo les presta dinero sin que haya por medio un documento. Basta la palabra. Al cabo del tiempo, ya existe una poderosa comunidad china en ese país.
La forma de comerciar y de instalarse de los chinos en el mundo no tiene que ver con la occidental. A los asiáticos no les importa ganar poco dinero por cada cien euros o dólares que invierten. Justo lo contrario que los occidentales. Por eso, los chinos acusan a las empresas occidentales de que si no ven un gran negocio, no invierten. Qué estúpidos estos blancos.
Los chinos son pacientes. Trabajan siete días a la semana. Más de 14 horas al día. No se toman vacaciones. Pero tampoco tienen escrúpulos. En Birmania, en Congo, en las fronteras con Rusia (países visitados por los periodistas), los chinos explotan a los nativos sin ninguna vergüenza.
Y sin esa vergüenza, explotan los recursos naturales. En el norte de Sudán construyen una presa que parece la tumba de Halicarnaso: con la presa de Merowe esperan aprovechar la corriente del Nilo y generar electricidad para miles de personas. ¿Impacto medioambiental? ¿Qué es eso?, se preguntan los chinos que salen en esta foto.
Toda la simpatía que uno pueda tener con los chinos, se esfuman con los capítulos de este libro dedicados a esa forma de explotación de las personas y de la naturaleza. En Birmania, gente de villas muy pobres trabaja en duras condiciones para extraer jade, una piedra preciosa que enloquece a los chinos.
Tras leer este libro, uno ya tiene la perfecta imagen del dragón chino: son 1.300 millones de bocas y estómagos que se están tragando el mundo. Necesitan alimentos, petróleo, productos de consumo… Necesitan sobrevivir. Si pueden devastar un bosque, lo saquean. Si puede contaminar un río, lo ensucian. Si es necesario corromper un gobierno, lo pudren.
Con los materiales que obtienen de esos países, los chinos fabrican cualquier cosa, copian cualquier cosa, exportan cualquier cosa… Y a precios que resultan irresistibles gracias a que su mano de obra es barata. Una ganga. Gracias a ello obtienen ingresos monumentales, ingresos que luego usan para comprar bonos americanos, alemanes o españoles. Son los amos del mundo, y el mundo se lo agradece.
Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo (en la foto de arriba, Araújo a la izquierda, y Cardenal, a la derecha), son los periodistas españoles que han reunido todos esos relatos en un libro inconmensurable llamado ”La silenciosa conquista china” (Crítica). Se podía haber titulado: “Cómo los chinos se meriendan el mundo (y los infelices terrícolas lo celebran porque es un chollo comprar cosas a los chinos)”. A los relatos periodísticos, han añadido una marea de datos sacados de fuentes diversas y sólidas, lo que confiere al libro una seriedad y una amenidad pocas veces vista. Estos periodistas viven en Hong Kong y Pekín desde hace años. Saben de economía, condición imprescindible para escribir un libro de esta magnitud.
El libro está ilustrado con fotografías de Luis de las Alas, donde salen los personajes citados por los periodistas. Chinos con nombre y apellidos, chinos que conquistan el planeta. Que nos meriendan.
“La silenciosa conquista china” debería estar ahora en la mesilla de noche de todos aquellos que quieran tener una visión clara y actual de lo que va a pasar en el mundo.
No he querido hacer esta reseña hasta haber terminado de leerlo. No creo que ningún periodista occidental haya escrito algo parecido. Será muy difícil de batir esta marca: contar cómo conquista China el mundo viajando por 25 países durante dos años. Por eso, creo que es el mejor libro que se ha escrito sobre China. La Información
7 ene 2012
China, una merienda de negros

27 dic 2011
Forbes y la sostenibilidad
Comenzaré este post, remontándome más de dos décadas atrás, cuando la sostenibilidad como tal, no formaba parte de la agenda de las empresas, de la economía y pocos ciudadanos conocían que era el desarrollo sostenible, acuñado en el Informe Brudtland.
En estos más de veinte años, la sostenibilidad se ha convertido en la invitada imprescindible de cualquier debate, económico, político o social, ya sea en un foro de expertos o simplemente en una discusión se comenta la importancia de la sostenibilidad. Y por supuesto un día y otro también se habla de ella en los medios de comunicación. Debo admitir, que como bióloga, este uso, en ocasiones indiscriminado de la sostenibilidad por personas que ni siquiera tienen un mínimo comportamiento sostenible, me suele indignar, pues no logro comprender como personas se apuntan a cualquier tendencia o corriente de moda, sin saber que es la sostenibilidad.
Pero lo que ya me ha parecido que merece una reflexión pausada son dos titulares que han aparecido esta semana en la prensa:
1º La industria de lujo apuesta por el medio ambiente
2º La Revista Forbes elabora un ranking de los diez empresarios más ricos y sostenibles del mundo
Comenzaré por la primera de las noticias. La industria de lujo se pinta verde, lo que supone que la filosofía del green luxury ha comenzado a impregnar las políticas de las compañías más exclusivas y ha iniciado acciones de la mano de la sostenibilidad. Y de acuerdo a Jem Bendell coautor del informe El lujo más profundo (Deeper luxury) “El sector del lujo goza de un gran potencial para configurar la manera en la que debemos relacionarnos con los productos y los servicios en el futuro si queremos vivir en una sociedad sostenible”.
Marcas de lujo como el Grupo LVHM (Louis Vuitton Moët Hennessy), en 2004, puso en marcha el proyecto Auditoría al Carbono en colaboración con la Agencia Francesa de Energía y Medioambiente (ADEME) diseñando un método para medir el CO2, así como la emisión de otros gases generados por sus producciones. Iniciativas a favor de la sosetnibilidad también esta Bulgari, Tiffany, etc. En España, el estudio Una mirada al escaparate español realizado por la consultora Lifestyle 3.0 que muestra una perspectiva de cuáles son las empresas españolas que ya han comenzado a ser sostenibles, como Carrera y Carrera, Fridda Dorsch, Hoss Intropia, Fun & Basics, Intrépida Mu y Mango. El análisis de Lifestyle demuestra que este tipo de estrategias son rentables, ayudan a la diferenciación y mejoran la competitividad. “En Carrera y Carrera exigimos a todos nuestros proveedores una notificación en las facturas en la que conste que las mercancías que nos mandan han sido obtenidas en fuentes legítimas y no están involucradas en conflictos”, cuentan desde esta firma.
El segundo de los titulares, señala que la revista Forbes ha elaborado un ranking de los 10 empresarios más ricos cuya fortuna se ha forjado a partir de la inversión en energías y materiales sostenibles. La lista, muestra clara de que los esfuerzos por la sostenibilidad pueden ser una inversión extremadamente redituable. Estos 10 billonarios han aprovechado la demanda global de energía solar y eólica para enriquecerse. Para hacer esta lista, Forbes ha medidos el patrimonio neto “verde” de estos billonarios. A continuación les indico los Top ten y patrimonios netos verdes:
1 Christy Walton, EEUU, $4.2 billion; 2 Aloys Wobben, Alemania $3.3 billion; 3 Zhu Gongshan, China $3.0 billion; 4 Wang Chuanfu, China $2.0 billion ; 5 Rubens Ometto, Brasil $1.6 billion; 6 Han Junliang, China $1.4 billion 7 WuJianlong, Hong Kong $1.3 billion; 8 Adi Godrej, India $1.0 billion 9 Wei Wenyuan, China $1.0 billion; 10 VinodKhosla, EEUU $200 million.
Después de leer estas noticias, siento un tanto desconcierto. De un lado, me parece muy bien que la industria de lujo se comprometa con el medio ambiente y que Forbes establezca sus rankings y ahora los dedique a los ricos en energía eólica y solar. De otro lado, me preocupa que muchos ciudadanos, consideren que existe uan suprautilización de la sostenibilidad, que puede hacer que se devalúe.
Para finalizar, me gustaría solamente decir que esperemos que la sostenibilidad no muera de éxito, y más allá de titulares, avancemos todos hacia un compromiso sostenible. Fuente: madrimasd.org

31 mar 2011
Cómo los ricos destruyen el planeta, Hervé Kempf
Cuando Hervé Kempf publicó en Francia el año pasado Cómo los ricos destruyen el planeta, estaba lejos de imaginar la actualidad que adquiriría su alegato en defensa de la ecología. En 12 meses, el recalentamiento del planeta acentuó sequías, inundaciones y turbulencias climáticas.
Se multiplicó el precio del petróleo y de los alimentos, lo que provocó manifestaciones planetarias contra el hambre y la desigualdad social. Después de hacer oídos sordos a esas amenazas durante mucho tiempo, los gobiernos empezaron a reconocer que, en efecto, no le queda mucho tiempo al mundo para encontrar una solución si no quiere sumergirse en el caos. En 2007, Kempf había dicho: “Nos quedan diez años”. “El hombre alcanzó los límites de la biosfera. Vivimos un momento histórico. Nos encontramos realmente en un callejón sin salida”, dijo a adn CULTURA.
Periodista del diario francés Le Monde , especialista en temas ecológicos desde hace más de 20 años, Kempf analiza con cifras y argumentos precisos las razones de esa urgencia. En su libro, que acaba de ser publicado en la Argentina por Libros del Zorzal, denuncia el papel de los ricos en ese proceso de destrucción: “Son ellos quienes crean los modelos que imita el resto del planeta”, afirma. A su juicio, la necesidad de consumo material se transmite de los opulentos hacia abajo hasta llegar a los más pobres de los países más miserables. Kempf no pretende privar a los pobres de la posibilidad de desarrollarse. Para él, es imprescindible regresar a la noción de “bien común”. “Es una cuestión de sentido común. Es necesario regresar a la sobriedad”, dice este parisino afable, de 51 años, que se desplaza en bicicleta y cuyos cinco hijos viven felices en el corazón de la quinta potencia del mundo sin teléfono celular ni televisión.
- Cuando publicó su libro, la ecología estaba lejos de tener la importancia que alcanzó ahora. ¿Usted esperaba esa aceleración brutal de la crisis?
- Sí. Yo sabía que era inminente. Pero lo que más me sorprendió fue la toma de conciencia del aspecto social de la cuestión ecológica que se ha producido. En Francia, la gente, en particular la de izquierda, terminó por entender que la ecología no es una preocupación de burgueses, sino que realmente forma parte de la política; que ya no se puede interpretar el mundo sin la ecología. Por su parte, los ecologistas han comprendido que es imposible pensar la ecología sin tener en cuenta las desigualdades sociales. Es evidente que el encuentro entre la ecología y lo social se está haciendo en forma muy clara.
- ¿Por qué se produce esa conjunción?
- Por la realidad. La gente ve que la crisis no está en el futuro, sino en el presente. El aumento de los precios del petróleo, la crisis alimentaria. Desde la canícula de 2003 en Francia, que provocó 15.000 muertos (cerca de 70.000 en Europa), el continente pasa sin cesar de sequías a inundaciones. China soportó este año las peores tempestades de nieve de los últimos 50 años. En cada lugar del planeta ha ocurrido alguna catástrofe climática. Y lo mismo sucede con las desigualdades sociales. Desde hace tres o cuatro años cada vez hay más manifestaciones de protesta. La gente se está dando cuenta de hasta qué punto el desarrollo del capitalismo en los últimos 30 años se hizo profundizando las desigualdades. No lo sabían. Yo terminé por verlo hace tres o cuatro años. En Francia la gente supo hace poco que los presidentes de las 40 mayores empresas cotizadas en la bolsa se aumentaron sus ingresos en más de 50%, cuando el salario promedio del país no aumentó en el mismo período.
- Usted dice en su libro que los ricos tienen que volver a la mesura. Que “la solución es detener el crecimiento material”. ¿No es un delirio?
- ¿Qué es un delirio? Hay hipermillonarios que quieren comprarse cohetes para ir al espacio y yates de 110 metros de largo. ¿Son ellos los que deliran o deliramos los que decimos: “Hay una crisis ecológica tan profunda que habría que limitar la presión de la sociedad humana sobre el medio ambiente y reducir el consumo”? . Si queremos hacer avanzar las cosas debemos articular la cuestión ecológica a la restructuración de la relación de poder, de la acumulación de riquezas. Yo no digo que los ricos o los empresarios deben desaparecer. Por el contrario, creo que tienen un papel muy importante que desempeñar. Pero hay estudios que muestran que en los años 70 los ejecutivos ganaban 30 veces más que sus empleados. Ahora hemos superado la proporción de 120 por uno. No se trata de denunciar. Pero es necesario decir que hay que volver a una relación social más humana y normal.
- ¿Y eso cómo puede hacerse?
- Políticamente, redescubriendo el bien común.
- Usted es un optimista sin límites.
- No. Después de ese libro di varias conferencias en Francia y me doy cuenta de que hay mucha gente que tiene necesidad de descubrir la política, de cambiar las cosas, de imaginar otro mundo en el cual podrían participar. La gente normal conoce la realidad, mucho más que los hiperricos o los oligarcas, como yo los llamo. Hay dos fenómenos simultáneos. El primero son esos individuos que discuten, proyectan y hacen cosas para ir en una dirección diferente de aquellos que buscan el enriquecimiento desenfrenado o la acumulación de bienes. El segundo es que la gente quiere hacer política. La gente recupera ese bien común. En los años 60 el concepto de bien común estaba -por lo menos en Francia- mucho más presente que ahora. Cuando yo era niño todos los adultos hablaban de política, fueran comunistas o gaullistas . Estos últimos 30 años consiguieron convencernos de que la política no sirve para nada, de que todos los políticos son corruptos. En Francia, la izquierda tiene mucha responsabilidad en esto. En ese proceso hemos perdido la idea del bien común. Ahora, cada individuo piensa que uno es lo que tiene. Si uno tiene un hermoso Mercedes es porque ha trabajado muy bien y se merece un auto mejor que el de los otros.
- En esa crítica durísima que hace de los hiperricos dice que no tienen proyecto de sociedad.
- Efectivamente. No lo tienen. En los años 60, las elites mundiales, sobre todo en Estados Unidos, tenían un proyecto que era el de defender el mundo libre del comunismo soviético. Y tenían razón. La clase dirigente (que entonces llamábamos burguesía) tenía como objetivo no sólo hacer mucho dinero, sino defender Occidente y sus valores. Desde el derrumbe de la Unión Soviética, la clase dominante no tiene proyecto. Lo único que defiende es el crecimiento, la acumulación de bienes y, sobre todo, la preservación de la relación de fuerzas establecidas desde el poder. Cuando uno lee sus libros o sus revistas, es imposible encontrar alguna visión de futuro. Y, si existe, es una visión apocalíptica, que imagina que los más ricos terminarán aislados, protegidos por muros y milicias privadas, frente a las amenazas desencadenas por la crisis ecológica y social. Tenemos una clase dirigente que ha dejado de tener legitimidad. Porque ¿qué confiere legitimidad al poder? La capacidad de proponer a una sociedad una forma de pensar el futuro. No tenemos eso. Lo único que les interesa es acumular para ellos.
- ¿Y la clase política?
- La clase política está al servicio de ese gran capital. Los ejemplos de Berlusconi, Sarkozy y George Bush son claros: Bush es el amigo de todos los hipermillonarios estadounidenses; Sarkozy, el de todas las grandes fortunas francesas, y Berlusconi es un multimillonario que posee infinitas empresas. Actualmente tenemos una clase política que está totalmente engarzada en esa oligarquía económica y que comparte sus valores.
- Usted afirma que, además de carecer de proyecto político, son ignorantes y que, incluso, tratan de llevar el planeta al cataclismo.
- Por lo menos una parte de ellos tiene la tentación de ir hacia el límite aceptable. Mire la forma en que se comportó la presidencia de George Bush, que fue una de las más catastróficas de la historia de Estados Unidos.
- Es verdad que, en Irak, los intereses económicos parecen haber eclipsado cualquier otra consideración.
- Tres señales muestran que una parte de la clase dirigente está dispuesta a todo para mantener su preeminencia frente a las crecientes tensiones sociales y ecológicas que se manifiestan. Primero, la guerra en Irak, que desestabilizó a Medio Oriente y que fue desencadenada gracias a mentiras vergonzosas. En segundo lugar, el hecho de que el número de prisioneros en Estados Unidos aumenta en forma regular desde que Bill Clinton dejó de ser presidente. Hoy, Estados Unidos es el país que encarcela la mayor cantidad de gente en el planeta. Por último, la actitud de la administración Bush cuando se produjo el huracán Katrina en Nueva Orleans: la respuesta fue enviar militares no para ayudar a la gente, sino para encarcelar a aquellos que robaban porque no tenían nada para comer. En Europa, donde generalmente somos mucho más respetuosos de las libertades públicas, hay una multiplicación de las cámaras de videovigilancia, de ficheros informáticos de todo tipo, en nuestros países también aumenta el número de gente encarcelada Esto revela que la oligarquía tiene una propensión a recurrir cada vez más a instrumentos de represión con el objetivo de mantener la estructura social actual.
- Entre paréntesis, ¿por qué utiliza en su libro el término “oligarquía”?
- Porque no soy marxista. No hago un análisis clasista, tipo proletariado por un lado y burguesía por el otro. Creo que la actitud individual es fundamental en esto. Todos los miembros de la oligarquía no son fatalmente depredadores, no todos se comportan como la mayoría de los millonarios. Incluso cuento mucho con la ayuda de una parte de la oligarquía. Con la gente que tiene medios, no necesariamente los hipermillonarios: los abogados, los periodistas, los jefes intermedios de empresa, los altos funcionarios Toda esa gente puede evolucionar para rescatar el bien común. Tengo la esperanza de que los jóvenes que pertenecen a ese sector o se incorporan a él entiendan que el objetivo en la vida no es el de acumular, sino el de ser útil a la sociedad y a la comunidad planetaria.
- ¿Cómo imagina un mundo sin crecimiento?
- No estoy en contra del crecimiento, sino a favor de la reducción del consumo material. Imagino un mundo donde no habría más evasión fiscal de los más ricos. Esa evasión significa varios miles de millones de dólares que están depositados en Liechtenstein, en las islas Caimán, en Guernesey o en otros sitios. Europa tiene una responsabilidad enorme y podría comenzar a hacer un esfuerzo en ese sentido. Se podría recuperar una gran parte de la riqueza colectiva que, por el momento, es robada por esos hiperricos y que volvería a la sociedad. No pretendo la igualdad perfecta, no creo en eso, pero se terminaría todo ese consumo desenfrenado de gastos inútiles; sería el fin de ese modelo cultural de superconsumo que empuja a la gente normal a imitar esas conductas (tener una 4×4, una pantalla extraplana de TV o el último modelo de cualquier cosa). Imagino un mundo donde la parte ahorrada del hiperconsumo serviría para financiar actividades sociales que toda comunidad necesita. En Francia necesitamos educación, salud pública. El mundo necesita otra agricultura, más ecológica, que produzca más y emplee más gente; necesita eficacia energética, con menos derroche; otra política de transporte. Imagino un mundo donde seguiríamos creciendo, pero donde ya no existiría el crecimiento material. Hay que instaurar una actividad económica centrada en la necesidad de la gente, orientada hacia los lazos sociales y el intercambio. Por fin, teniendo en cuenta que soy ciudadano de una gran potencia, quizás estas naciones ricas deberían ser más generosas y utilizar parte de esa enorme riqueza para ayudar a esos países que, por el momento, hemos explotado descaradamente.
- ¿Cómo se les pide a los países emergentes como China o India que dejen de consumir?
- Yo no puedo hacerlo. Por eso me dirijo, sobre todo, a los grandes países del Norte que son los más ricos y los principales contaminadores. Además, son ellos los que definen el modelo cultural que se ha impuesto en el planeta a través de la mundialización. Las clases medias indias tienen ganas de consumir más, de tener autos más potentes, porque miran en la TV cómo viven los estadounidenses y los europeos. Con los rusos sucede lo mismo. Lo que pido a europeos y norteamericanos es que cambien el modelo. En todo caso, China, India o Brasil se están dando cuenta rápidamente de la amplitud de la crisis ecológica. Y ven que en sus países también hay fenómenos de desigualdad, que serán cada vez más insoportables a medida que la crisis se agrave. En esos países hay conflictos sociales que se organizan en torno al control de los elementos esenciales a la supervivencia (agua, propiedad de la tierra). Las contradicciones que hemos descrito a escala mundial, se están manifestando también a nivel nacional en el sur. El crecimiento en esos países no durará mucho tiempo. El crecimiento actual de China y de India (entre el 9 y 10%) no durará mucho. Es demasiado violento, tanto desde el punto de vista ecológico como social. También allí se producirán profundos movimientos de transformación. Sin embargo, a ellos les será menos difícil ir hacia un modelo de sociedad que consuma poco materialmente. Los habitantes de los países ricos padeceremos más ese proceso, porque hemos perdido la costumbre de la sobriedad.
Por Luisa Corradini
Fuente: ADN Cultura Vía: Ecosistema Urbano

21 mar 2010
Consumismo y sostenibilidad
La Situación del Mundo 2010: Cambio cultural
Es preciso un cambio que permita superar la cultura del consumismo si queremos evitar el colapso ecológico. Las claves del cambio pasan por seis agentes culturales clave: la educación, las empresas, los medios de comunicación, los gobiernos, las tradiciones y los movimientos sociales.
La situación del mundo 2010
El informe anual del Worldwatch Institute, La Situación del Mundo 2010, publicado en castellano por el CIP-Ecosocial e Icaria editorial, concluye que sin un cambio cultural deliberado, que valore la sostenibilidad por encima del consumismo, ni el compromiso de los gobiernos, ni los avances tecnológicos serán suficientes para salvar a la Humanidad de unos riesgos ambientales y climáticos inaceptablemente peligrosos. El informe, se ha subtitulado “Del consumismo hacia la sostenibilidad” y define el “consumismo” como una tendencia cultural que conduce a la gente a buscar el sentido de su vida, la satisfacción y la aceptación a través del consumo, principalmente. Junto a los textos de los investigadores del Worldwatch Institute, la edición en castellano ofrece un apéndice exclusivo, titulado “Las claves ocultas de la sostenibilidad: transformación cultural, conciencia de especie y poder social”, cuyo autor es Víctor M. Toledo, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor de la Universidad Internacional de Andalucía.
Mientras las culturas sigan centradas en el consumismo y en el crecimiento, el alcance de los cambios políticos y tecnológicos será limitado. Para prosperar en el futuro de forma prolongada, las sociedades humanas tendrán que cambiar su cultura, de manera que la sostenibilidad se convierta en norma y el consumo excesivo en tabú. Esta es la visión sintética según el coordinador de la edición Erik Assadourian.
En 2006 se consumieron bienes y servicios por un importe de 30,5 billones de dólares, un 28% más que 10 años antes. Este incremento del consumo ha llevado a un aumento espectacular en la extracción de recursos: actualmente en el mundo se extrae diariamente el equivalente a 112 rascacielos como el Empire State, y el consumo medio de cada americano es de 88 kilos diarios, más de lo que pesa la mayoría de la gente en Estados Unidos. El informe señala que si todo el mundo viviera así, la Tierra sólo podría mantener a 1.400 millones de personas, la quinta parte de la población actual. Los 60 autores del informe describen en 26 artículos y 23 textos de apoyo, decenas de esfuerzos innovadores y estrategias para reorientar las culturas, que van desde “dirigir la oferta de opciones” –es decir, eliminar deliberadamente determinadas opciones de la oferta con la que cuentan los consumidores–, hasta aprovechar el poder de las instituciones religiosas y los rituales para interiorizar los valores de la sostenibilidad. Entre ellos, se pueden citar algunos:
- En Italia, los menús escolares están siendo reelaborados para utilizar alimentos sanos, locales y que no dañen el medio ambiente, transformando simultáneamente las normas dietéticas infantiles.
- Carriles para bicicletas, aerogeneradores y mercados donde los agricultores venden sus productos directamente no sólo hacen más fácil vivir sosteniblemente en barrios como Vauban (Alemania), sino que hacen que resulte difícil no vivir así.
La innovación en la bicicleta constituye una de las apuestas más sólidas para avanzar hacia una sociedad sostenible.
- El director ejecutivo de Interface Corporation, Ray Anderson, ha radicalizado la cultura empresarial de Estados Unidos, poniendo como objetivo no extraer de la Tierra nada que ésta no pueda regenerar.
- Los derechos de la Pachamama (la Madre Tierra) han sido incluidos en la nueva Constitución de Ecuador.
Este informe revisa las instituciones que conforman los sistemas culturales. En el cambio cultural hacia el consumismo, las empresas han desempeñado un papel primordial, haciendo que cada vez parezca más “natural” utilizar toda una gama de productos que consumen gran cantidad de recursos, como el agua embotellada, la comida rápida, los coches, los artículos de papel de usar y tirar e incluso los animales de compañía. También los gobiernos han fomentado el consumismo como eje de sus políticas, transformándolo con frecuencia en sinónimo de bienestar y creación de empleo. A medida que se aceleraba la recesión en 2009, los gobiernos de los países ricos inyectaron 2,8 billones de dólares en las economías nacionales para estimular el crecimiento, pero sólo un pequeño porcentaje de estas inversiones se destinó a iniciativas ecológicas.
En la actualidad, se precisa un cambio deliberado, que ya está echando raíces gracias a una serie de pioneros culturales. Los mismos que están empezando a utilizar seis instituciones muy influyentes culturalmente: la educación, las empresas, los medios de comunicación, los gobiernos, las tradiciones y los movimientos sociales, para reorientar las culturas de todo el mundo hacia la sostenibilidad. Las palabras del presidente del Instituto Worldwatch, Christopher Flavin, apuntan la posibilidad de que la actual crisis pueda ser un punto de inflexión que cambie el rumbo emprendido en los últimos siglos: “Se nos presenta ahora una oportunidad sin precedentes para renunciar al consumismo, a medida que el mundo se recupera de la crisis económica global más grave desde la Gran Depresión. El instinto humano de supervivencia tendrá que triunfar finalmente sobre el impulso de consumir a cualquier precio”.
Apéndice exclusivo de la edición en castellano
Como viene siendo habitual en la edición en castellano que coeditan CIP-Ecosocial e Icaria, La Situación del Mundo 2010 incluye un apéndice exclusivo que representa una aportación original de esta edición y refleja la colaboración de un autor elegido por CIP-Ecosocial en relación con la temática abordada en la edición original en inglés. En esta ocasión, se ofrece el texto titulado “Las claves ocultas de la sostenibilidad: transformación cultural, conciencia de especie y poder social”, de Víctor M. Toledo, Investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor de la Universidad Internacional de Andalucía.
Se nos presenta una oportunidad para salirnos del consumo sin límites de energía y recursos naturales.
A lo largo de las páginas que componen el apéndice, Víctor M. Toledo reflexiona acerca de la amenaza que se cierne cada vez con más fuerza sobre la especie humana. Esta amenaza ha sido inducida por un modelo de civilización cuya construcción, aunque se inició hace apenas tres siglos, ha provocado impactos sustanciales sobre el entorno planetario y sobre el propio individuo. En este sentido, el autor explica cómo la civilización actual ha afectado los ciclos de materia, agua y energía; ha trastocado valores casi eternos; ha transformado visiones ancestrales y dislocado las vidas cotidianas; por último, señala cómo ha creado audaces, racionales y astutos individuos, “que destrozarían al mundo si ello fuera rentable”.
Según Víctor M. Toledo, nos encontramos en un fin de época, en la fase terminal de la civilización industrial, tecnocrática y capitalista. Se vive una crisis de civilización multidimensional, pues reúne la crisis ecológica, la crisis social y la crisis individual. Apunta el autor que, en un mundo orientado por una racionalidad instrumental, materialista y tecnocrática, las soluciones a esa triple crisis se buscan por lo común en procesos de innovación tecnológica, ajustes al mercado, los productos que se consumen, los sistemas de producción, los instrumentos financieros o políticos, los medios masivos de comunicación; y muy rara vez en el individuo, en el ser y sus expresiones más cercanas, sutiles y profundas: su cultura, su comunicación, sus problemáticas, sus relaciones con él mismo y con los demás, incluidas sus maneras de organizarse y de resistir. Frente a esta orientación, Víctor M. Toledo sostiene: “Se hace preciso reorientar la creación de alternativas colocando de nuevo al individuo como el actor central de las transformaciones, como el sujeto de la historia futura”.
En su ensayo, Víctor M. Toledo realiza una exploración de lo que él define como las claves ocultas de la sostenibilidad, esas que atañen a las transformaciones culturales, la conciencia de los individuos y el poder ciudadano, dimensiones que por lo común pasan desapercibidas de los análisis y discursos sobre la crisis y cómo superarla, incluyendo los más alternativos o radicales.
Nos encontramos en un fin de época, en la fase terminal de la civilización industrial, tecnocrática y capitalista. Es preciso reorientar la creación de alternativas colocando de nuevo al individuo como el actor central de las transformaciones.
Como conclusión, el investigador expone el dilema al que se enfrentan hoy los seres humanos: continuar por un sendero que conduce al total rompimiento del equilibrio planetario, lo cual pone en peligro la supervivencia del propio ser humano, o modificar esa ruta para retomar la sensatez, la serenidad y el sentido común. Una tarea que parece descomunal y casi imposible, pero que es impostergable.
De todo lo analizado en su artículo, el autor parece extender una sutil invitación a centrar la reflexión crítica, la discusión y el debate, en el campo del empoderamiento ciudadano o social, al parecer la única vía segura de transformación del mundo moderno. Todo ello parece justificar una frase, que largamente meditada, se ha vuelto cada vez más frecuente: «si no nos es posible transformar al mundo, debemos crear uno nuevo».
Auge y caída de la cultura consumista
- Los 500 millones de personas más ricas del mundo (aproximadamente el 7% de la población) son responsables del 50% de las emisiones de dióxido de carbono, mientras que los 3.000 millones más pobres solo emiten un 6% del total. (Página 39).
- En un escenario tendencial se prevé un aumento de las temperaturas de 4,5º C para 2100. Incluso si todos los países cumplieran sus propuestas más ambiciosas de reducción de gases de efecto invernadero, las temperaturas aumentarían 3,5º C. (Página 39).
Sólo la adopción generalizada de las energías renovables y en especial la solar fotovoltaica en el ámbito urbano puede contribuir a la autonomía energética necesaria para alcanzar una sociedad sostenible.
- Producir energía renovable suficiente para sustituir la mayor parte de la suministrada por los combustibles fósiles, requeriría instalar cada segundo 200 metros cuadrados de paneles fotovoltáicos y 100 metros cuadrados de energía térmica, y cada hora 24 aerogeneradores de 3 megawatios, constantemente durante los próximos 25 años. (Página 41).
- Un estudio ha revelado que los niños británicos eran capaces de identificar más personajes de Pokémon que especies silvestres comunes. Y una investigación sobre niños estadounidenses de dos años concluyó que aunque no conocían la letra M, muchos de ellos sí podían identificar los arcos con forma de M de los restaurantes McDonald’s. (Páginas 45-46).
- En 2006, alrededor del 83% de la población mundial tenía acceso a la televisión y un 21% tenía acceso a Internet.
- Dos perros, pastores alemanes, consumen en un año más recursos que un habitante medio de Bangladesh.
Viejas y nuevas tradiciones
Multitud de decisiones en la vida humana son producto de las tradiciones, o vienen impulsadas o reforzadas por ellas, bien sean tradiciones religiosas, rituales, tabúes culturales, o lo que la gente aprende de sus mayores y sus familias. Aprovechar estas tradiciones y reorientarlas en ocasiones para potenciar formas de vida sostenibles, podría ayudar a que las sociedades humanas contribuyesen a la recuperación de los sistemas ecológicos.
- Un 72% de los americanos afirma que las creencias religiosas desempeñan un papel “relativamente importante” en su forma de entender la gestión ambiental y el cambio climático. (Página 71).
La educación de la mujer es esencial no sólo en las políticas de población sino también por su papel en la inteligencia ecológica y emocional de la sociedad.
- Las mujeres sin estudios tienen una media de 4,5 hijos. Las que han asistido a la escuela primaria tienen una media de 3 hijos, y las que terminan un año al menos de escuela secundaria tienen una media de 1,9 hijos. Con 1-2 años de universidad, la fertilidad baja a 1,7 hijos, muy por debajo de la fertilidad "de sustitución" que mantiene estable la población. (Páginas 93-94).
- Varias de las personas más longevas del mundo consumen solo 1.800-1.900 calorías diarias, no comen alimentos procesados y apenas consumen productos animales. El americano medio consume en comparación 3.830 calorías diarias. (Página 112).
La nueva tarea de la educación: la sostenibilidad
Para lograr un cambio cultural que se aleje del consumismo, todos los aspectos de la educación —desde la hora de la comida y el recreo hasta las clases, e incluso el trayecto de la escuela a casa— deberán reorientarse hacia la sostenibilidad. Las costumbres, los valores y las preferencias se definen, en gran medida, durante la infancia. De ahí que la educación pueda tener un efecto transformador crucial para reorientar a la humanidad hacia una cultura de la sostenibilidad.
- El juego creativo y participativo, fundamental para el desarrollo de la capacidad humana de experimentar, actuar creativamente, reaccionar y diferenciarse ante el entorno, está amenazado de extinción en el siglo XXI. Una encuesta internacional realizada en 16 países reveló que sólo el 27% de los niños desarrollaban juegos imaginativos, y que sólo el 15% de las madres consideraba que el juego era esencial para la salud de sus hijos.
Es más fácil que un niño pueda reconocer la marca de un automóvil que no a esta bella mariposa, el pavón real (Inachis io) bien común en nuestro país.
- La industria estadounidense de marketing gasta actualmente 17.000 millones de dólares anuales en publicidad infantil, un gran aumento respecto a los 100 millones de dólares invertidos en 1983. (Página 136).
- Ver televisión es la actividad de ocio favorita de los niños en nuestros días, tanto en los países en desarrollo como en los industriales. Frente a esta tendencia, los trabajos de investigación indican que cuanto más tiempo pasan los niños pequeños delante de una pantalla, menos dedican a juegos creativos. En Estados Unidos los niños pasan más tiempo viendo la televisión que haciendo cualquier otra actividad, excepto dormir: unas 40 horas semanales fuera de la escuela. El 19% de los bebés estadounidenses de menos de un año tienen una televisión en su dormitorio. (Página 138).
- El poder de las compras públicas puede generar un servicio sostenible de comidas escolares que proporcione beneficios sociales, económicos y ambientales al tiempo que promueve una cultura de la sostenibilidad. (Página 145).
- Alrededor del 67,5% de los alimentos servidos en los comedores escolares de Roma son ecológicos, un 44% procede de cadenas de suministro "bio", dedicadas exclusivamente a productos ecológicos, un 26% son productos locales, un 14% tiene certificación de “comercio justo” y un 2% procede de cooperativas sociales, que dan trabajo a antiguos reclusos o que cultivan tierras confiscadas a la Mafia. (Página 153).
Economía y empresas: prioridades de gestión
Las empresas constituyen no sólo un elemento fundamental de la economía global, sino que son un motor destacado de las sociedades, las culturas e incluso de la imaginación humana. Y aunque hoy día están forjando una visión cultural centrada principalmente en el consumismo, ésta podría centrarse igualmente en la sostenibilidad, siempre y cuando se produzca un cambio en las prioridades de gestión.
- El Índice de Progreso Genuino (IPG), una fórmula alternativa de medición del bienestar diseñada para corregir las deficiencias del PIB (restando factores tales como los costes de la delincuencia y de la contaminación, y añadiendo otros como el valor del trabajo doméstico y voluntario), en Estados Unidos se acercó al nivel máximo per capita en 1975, cuando el PIB per capita era aproximadamente la mitad del actual.
Una sociedad sostenible debe acercarse a los principios de la naturaleza.
- Según un estudio del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas, si Estados Unidos adoptase los patrones europeos de uso del tiempo, el consumo energético podría descender un 20% incluso sin cambios tecnológicos.
- Se estima que en 1990 cada dólar gastado en un artículo alimentario típico en Estados Unidos generaba para el agricultor unos ingresos de 40 centavos, repartiéndose el resto entre insumos y distribución. Hoy día, el agricultor o el ganadero solo percibe unos 7 centavos por cada dólar gastado en alimentos en una gran superficie, mientras que la distribución se lleva 73 centavos. (Página 223-224).
El papel de los gobiernos
En una sociedad sostenible no debería ser difícil tomar decisiones respetuosas con el medio ambiente. La alternativa sostenible, tanto en la compra de una nueva bombilla como en el diseño de una nueva urbanización debiera ser siempre por defecto la opción disponible, el camino más fácil y más natural. No obstante, los gobiernos, que promulgan las leyes, establecen las prioridades sociales y diseñan las ciudades y los pueblos donde vive la gente, desempeñarán un papel crucial en el fomento de una cultura de la sostenibilidad.
- Se prevé que la política australiana de prohibir las bombillas tradicionales incandescentes evitará las emisiones de 4 millones de toneladas anuales de gases de efecto invernadero para 2012, generando además un ahorro económico considerable. La Unión Europea está eliminando, despacio pero progresivamente, las bombillas incandescentes, que tendrán que desaparecer en 2012. (Página 231).
- El impuesto irlandés sobre bolsas de plástico para la compra ha reducido un 90% su utilización. (Página 232).
- Por cada dólar destinado a programas para mitigar el cambio climático durante el año fiscal 2010, Estados Unidos invertirá 65 dólares en gastos militares. (Página 249).
La ciudad de Barcelona envuelta en una nube de contaminación (diciembre 2009). La mitigación de los efectos del calentamiento global requiere de políticas contundentes para frenar el uso de los combustibles fósiles, especialmente, en la movilidad urbana.
Medios de comunicación: difundir la sostenibilidad
Los medios de comunicación pueden ser una herramienta muy eficaz para forjar una cultura, difundiendo imágenes de cómo vive la gente, transmitiendo normas sociales, modelando comportamientos, actuando como vehículo de iniciativas de marketing y distribuyendo noticias e información. Estas funciones pueden promover un patrón cultural consumista, o bien otro que cuestione el consumismo y promueva la sostenibilidad. Aunque la inmensa mayoría de los medios de comunicación refuerzan actualmente el primero de ellos —a través de la publicidad, la venta de productos y gran parte de sus contenidos— se están realizando esfuerzos en todo el mundo para aprovechar su extraordinario alcance y potencial para promover culturas sostenibles.
- El gobierno español aprobó la prohibición de los anuncios en la televisión pública a partir de 2010. (Página 285-286).
- En 2008, el gasto en publicidad en Estados Unidos superó los 271.000 millones de dólares, y los 643.000 millones en todo el mundo. (Página 288).
- Sólo 1 de cada 1.000 dólares gastados en publicidad en EEUU se invierte en anuncios de servicios públicos que promueven el bien común -y tan solo una pequeñísima proporción de éstos se invierte en mensajes sobre sostenibilidad. (Página 288).
El poder de los movimientos sociales
Los movimientos sociales han jugado a lo largo de la historia un papel importante para estimular períodos de evolución cultural rápida durante los cuales grupos amplios de personas adoptan nuevas ideas, valores y normas, que se incorporan más tarde a la cultura. Desde abolir la esclavitud y garantizar derechos civiles para todos, hasta lograr el sufragio universal para las mujeres, los movimientos sociales han reconducido de forma extraordinaria el devenir de la sociedad en un instante de la historia humana. Para que en las próximas décadas arraiguen con rapidez unas sociedades sostenibles, será preciso explotar plenamente el potencial de los movimientos sociales. En todo el mundo han surgido ya movimientos sociales y ambientales interconectados, que en circunstancias adecuadas podrían transformarse en la fuerza que necesitamos para acelerar este cambio cultural. Será importante, sin embargo, encontrar la forma de plantear las propuestas del movimiento por la sostenibilidad de manera que resulten no sólo posibles, sino atractivas.
-El americano medio trabaja 200-300 horas más al año que un europeo medio. (Página 326).
Los movimientos sociales son esenciales para que arraigue una sociedad sostenible.
- Los europeos occidentales viven actualmente más que los americanos. Además, tienen por término medio poco más de la mitad de probabilidades de padecer dolencias crónicas, como enfermedades de corazón, hipertensión y diabetes de tipo 2 pasados los 50 años. (Página 326).
- Investigadores estadounidenses han comprobado que la mortalidad descendía un 0,5% en EEUU por cada 1% de incremento del desempleo. (Página 323).
- Varios estudios recientes confirman que el impacto ecológico de las 'ecoaldeas' es sensiblemente inferior al promedio en comunidades convencionales. Un estudio de 2003 reveló que las emisiones per cápita de dos 'ecoaldeas' alemanas fueron respectivamente el 28 y el 42% de la media nacional. (Página 347).
Texto elabordo por CIP-Ecosocial, Centro de Investigación para la Paz, e Icaria Editorial
Imágenes: Fundación Tierra. terra.org
