El lujo del buen descanso: mantas originales

¿Has calculado cuántas horas pasamos en la cama a lo largo de nuestras vidas? ¿Y a lo largo de la historia? Un tercio de la historia no ha sido jamás contada porque eso es lo que hacemos durante 8 horas diarias: dormir en nuestras camas. 

Sin embargo es entre sábanas, almohadas y mantas que muchos héroes de la historia, sabios, poderosos y plebeyos e incluso esclavos, fueron concebidos, nacieron y murieron. 

La primera habitación específicamente diseñada como dormitorio data del 3.500 a.C., en Sumer. Por entonces solo el cabeza de familia ocupaba la cama; el resto de la familia y los siervos dormían en cualquier otro lugar de la vivienda, en yacijas o directamente sobre el suelo. 

Más adelante los egipcios se equiparon con buenos dormitorios y buenas camas, siempre con mosquiteros porque en el Nilo los mosquitos eran plaga. 

Los griegos, por su parte, eran más modestos que los egipcios. Los espartanos, por poner el ejemplo más extremo, carecían por completo de camas porque durante 10 años de su vida se debían a sus obligaciones militares. 

Los romanos tenían lo que se llamaba "cubículo", una habitación algo menos austera que las griegas. Los cubículos rodeaban el patio central y tenían una cama de madera sencilla, de roble o de cedro, y colchones de paja, juncos, lana, plumas o plumón de cisne, según el status social de la persona. Las ropas de cama podían ser de alto precio, de lino o de seda. 

Desde entonces hasta nuestros tiempos las distintas culturas fluctuaron entre tener comodidades y exceso de comodidades o no tener ninguna. Hoy la oferta de camas, edredones, mantas, ropa de cama y almohadas es inmensa. Y no hay casa que no tenga al menos un dormitorio o un lugar donde pasar la noche cómodamente por más pequeña que sea la casa. 

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