Tras kilómetros de viaje no se veía nada más que la arena cocida por el sol. De pronto, en medio del desierto persa, se levantaba un bosque de columnas extendiéndose hacia el cielo y enmarcando un oasis, una ciudadela de lujosas carpas hechas de seda y rodeadas árboles importados de Europa en los cuales se posaban miles de aves igualmente traídas de diferentes países. Continúa leyendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola! Deja tu comentario, te respondere a la mayor brevedad posible.