Un ciudadano indio está decidido a retomar la antigua empresa británica. No se trata de una marca asentada, pero sí con mucha historia. El empresario tiene claro qué hacer para que la nueva Compañía de las Indias Orientales triunfe.
Érase una vez, la Compañía de las Indias Orientales (EIC, siglas en inglés de The East Indian Company) que derribó gobiernos, esclavizó a la gente y se dotó de un ejército privado y de una armada para gobernar el mundo del comercio, entonces dominado por el té, el café y las especias exóticas.
Ahora, Sanjiv Mehta, un hombre de negocios indio-británico de 48 años, cree que es hora de que el último símbolo de la opresión colonial reaparezca, como una firma de lujo.
“La riqueza se está moviendo de Occidente a Oriente y todas las marcas de lujo suelen ser tradicionalmente marcas que nacieron en Occidente”, explica Mehta. En ese contexto, la EIC es una marca interesante porque Asia lo mira con atención como el viejo Occidente y Occidente lo ve como el exótico Oriente”.
Un indio comprando la EIC es sin duda una noticia de interés. Sin embargo, la Compañía de las Indias Orientales es en realidad el verdadero negocio.
Fue nacionalizada después de la rebelión de 1875 en la India que Gran Bretaña apodó “el amotinamiento”. A pesar de su carácter revolucionario, la “marca” fue cayendo prácticamente en el olvido en manos de la corona británica y de un puñado de accionistas apáticos hasta que Metha la rescató en 2004. No la dejó escapar y empezó a buscar una fuente de ingresos de 15 millones de dólares en inversión de capital para devolverla de nuevo al mapa.
Después, siguiendo el esquema de la compañía tradicional, Mehta pasó seis años reuniéndose con conservadores de museos y examinando piezas de artesanía de la compañía para asegurarse de que tenía la imagen adecuada antes de lanzar definitivamente su tienda buque insignia en Londres el año pasado.
“Fue un largo viaje”, cuenta Mehta.
El lanzamiento en Londres estuvo envuelto en lujo. Aunque este año es hora de contribuir o de cerrar, ya que la EIC vuelve a sus raíces coloniales en Hong Kong, Singapur y la India, donde el Grupo Mahindra, con una capitalización bursátil de 7.000 millones de dólares anunció en enero que entraba en el accionariado de la firma con una pequeña participación.
“India, Singapur y Hong Kong fueron ubicaciones estratégicas para la EIC”, dice Mehta, recordando el rol de la compañía en la formación de cada una de estas naciones. “Indudablemente, tenemos un plan muy agresivo para entrar en todos estos mercados”, sentencia. “Entraremos con nuestro negocio de comida selecta en la India en 2011, empezando por Bombay”.
Mahindra, que conoce el mercado, se muestra optimista. “La EIC es una marca conocida a nivel mundial y puede ser transversal a través de múltiples categorías de productos”, dice Parag Sag, director asociado de la rama de inversiones de Mahindra en un comunicado de prensa. “Esta firma de 400 años de antigüedad es la primera marca transnacional moderna y, en cierto sentido, fundadora de la denominación “comercio internacional”.
Pero ¿venderá el estilo colonial chic en la colonia que prestó su nombre a la compañía?
“La relación de la India con su pasado colonial sorprendentemente no guarda ningún rencor y el hecho de que algunos empresarios indios estén reavivando la marca no resulta sino irónico”, explica Santosh Desai, director ejecutivo de Futuras Marcas. “Pero es una especie de movimiento simbólico. Es poco probable que sea una marca significativa en un sentido real”.
La nueva EIC vende chocolates, té y café de alta gama y la clase de condimentos que las viejas manos indias solían quejarse de que siempre se estaban agotando (mostaza, mermelada, pero no extracto de levadura), así como lingotes de oro. Pero en todas esas categorías de productos es probable encontrar que los mismos desarrollos económicos y culturales que han restaurado la vieja marca colonial como políticamente correcta también provocarán que su antiguo mercado sea un hueso duro de roer, explica Desai.
Para ser francos, la India se ha despojado de su equipaje poscolonial. Todavía hay ginebra y tónicos y whisky en "el club" de la antigua élite india, y complejos de apartamentos con nombres pretenciosos del tipo Wyndham Estate. Pero hoy en día, el equipo de críquet espera dar una buena paliza a los británicos cada vez que se encuentran y los jugadores son propensos a llamar a sus oponentes blancos “señor”, ya que les brotan las alas y se echan a volar.
Los jóvenes ya no se esfuerzan por conseguir el acento británico “propah” y prefieren la mezcla sin reglas del Hinglish (mezcla de inglés e indio) a cualquier otro idioma. Y la comida extranjera más popular, la comida rápida estadounidense debe ser cuidadosamente “indianizada” antes de ponerla a la venta.
“En general, hace 15 años había una presunción de superioridad de una firma internacional en todas las clases de categorías”, explica Desai. Pero ese ya no es el caso, incluso cuando se trata de productos como automóviles, refrigeradores y equipos de música. “En una serie de marcas en general, en categorías de la vida diaria, las marcas occidentales se han convertido en algo frecuente y la distinción entre las marcas indias y las occidentales cada vez es menos significativa”.
Para las firmas de lujo como la que aspira ser la EIC, ese no es exactamente el caso, aunque uno encuentra cada vez más juntas las colecciones de los diseñadores indios más prestigiosos, en artículos de firmas como Armani o Zegna –y desde luego de Jaguar, que ya es propiedad de Tata. La tienda de Haagen Daaz en el centro comercial más popular de Nueva Delhi está casi siempre abarrotada pese a que una bola de helado cuesta cerca de 10 dólares.
Pero los consumidores con conciencia de marca son conservadores en la India. Así que a pesar de su larga historia, a la Compañía de las Indias Orientales (EIC) puede resultarle difícil competir con las marcas de renombre. Fuente: La Información
9 sept 2011
La nueva Compañía de las Indias Orientales
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