Nueva York, 1910... John D. Rockefeller fue y pidió un cocktail de esos fríos, secos, fuertes y sabrosos que tanto le gustaban, y el barman en apuros, un tal Arma Di Tassa, un italiano, inventó el Dry Martini. Eso cuenta el libro Alquimia fría, recientemente publicado por la editorial Alrevés, colaboración entre el escritor Leo Coyote y José María Gotarda, que regenta el Ideal Cocktail Bar de Barcelona, que hace un repaso entre la novela histórica y lo gastronómico sobre este legendario cocktail al que aparentemente eran adictas muchas estrellas de Hollywood, de la literatura, de la música y hasta de políticos. Ingredientes básicos: vermut seco, ginebra, piel de limón y una aceituna. Todo un mito. Pero hay tantos martinis como personas, y los autores del libro se recrean en contarnos los secretos de infinidad de cocktails y los mitos que los sustentan. Lo importante en cualquier caso es la actitud de quien los prepara.
E.B. White, autor del ratoncito Stuart Little, se los tomaba como aspirinas. Truman Capote, bien frío. Marlene Dietrich solo escogía amantes que bebieran Dry Martinis... y Ava gardner se quedaba hasta las tantas en el Chicote ingiriendo martinis antes de salir a la fría noche a torear coches con su abrigo. "Para el primer ministro británico Winston Churchill el truco estaba en la luz del sol que tenía que traspasar la botella de vermut antes de llegar al vaso mezclador en el que estaban el hielo y la ginebra. Así medía la cantidad exacta de vermut que necesitaban sus Dry Martinis para que fueran muy secos."
Desfilan por estas páginas Ernest Hemingway, James Bond, Luis Buñuel, Nikita Kruschev y por supuesto Franklin D. Roosvelt que celebró la derogación de la Ley Seca, como no, con un Martini.
Fuente: La Información
Imagen: Getty
2 mar 2012
Dry Martini, invento de un barman en apuros
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