Aunque no soy en absoluto adicta a las críticas de cine, es indudable que existen fiascos incluso en Hollywood. El que una película sea o no buena, que un actor sea loable o no, está abierto a gustos personales intransferibles.
En cualquier caso, la publicación de la segunda parte del libro ¡Qué ruina de película!, de Juan Tejero, rememora algunos fiascos del denominado Nuevo Cine Americano.
La Información
El éxito de una película depende de muchos factores, aunque en el fondo sea una tómbola. Se pueden tener los mejores directores, las estrellas más taquilleras y un despliegue de medios sin precedentes y fracasar. Todos los años, junto a aquellos largometrajes que han conseguido recaudaciones millonarias, encontramos otros que no han cubierto gastos. De estos fracasos se nutre Juan Tejero en el libro ¡Qué ruina de película! Los fiascos del Nuevo Hollywood.
Después de hablarnos de los grandes naufragios taquilleros del cine clásico en un volumen anterior, el escritor y crítico nos sumerge en una etapa de Hollywood, aquella que va desde finales de los sesenta hasta los primeros ochenta, poblada de directores con ínfulas de autor, costosos musicales y estrellas maduras en franco declive. Aquí os resumimos sólo parte del contenido de un libro apasionante.
Elizabeth Taylor
La actriz de éxitos como Un lugar en el sol (1951), Gigante (1956) o La gata sobre el tejado de zinc (1958) no vivió su mejor época taquillera en los años sesenta y setenta. Cleopatra (1963), con su desmelene de millones, fue un primer aviso de la tendencia al fracaso de la mítica intérprete. No obstante, la cantidad de fiascos de la época es realmente grande. Reflejos en un ojo dorado (1967), La mujer maldita (1968), Ceremonia secreta (1968), El único juego en la ciudad (1970), Salvaje y peligrosa (1971), Pacto con el diablo (1972), Una hora en la noche (1973), Ash Wednesday (1973), The Driver’s Seat (1975) o El pájaro azul (1976) fueron verdaderos desastres. Sólo ¿Quién teme a Virginia Wolf? (1966) y La mujer indomable (1967) consiguieron dar verdaderamente dinero.
Marlon Brando
El hombre que había cautivado al mundo con su belleza y dotes como actor con títulos como Un tranvía llamado deseo o La ley del silencio empezó su declive a finales de los sesenta con meteduras de pata del calibre de Queimada (1969), Candy (1968) o Missouri (1976), que no pasarán a la historia como lo más granado de su filmografía. Incluso llegó a compartir pantalla en Reflejos en un ojo dorado con la reina del naufragio de la época: Elizabeth Taylor. Algunos achacaron esta falta de interés por sus películas a su declive físico. Sin embargo, y para desmentirlo, tenemos dos grandes éxitos de esa época, El Padrino (1972) o El último tango en París (1972), donde el actor no lucía precisamente como un seductor.
Dr. Dolittle (1967)
Richard Fleischer, director de películas como 20.000 leguas de viaje submarino (1954) o Los vikingos (1958), se dejó tentar por Dr. Dolittle, un musical sobre un hombre que habla con los animales. Sin embargo, lo que parecía que iba a ser un éxito familiar al estilo Sonrisas y lágrimas (1965) se convirtió en una verdadera decepción. Un protagonista indeciso y con problemas de alcohol, el siempre aristocrático Rex Harrison, complicó las cosas rechazando compañeros y desdeñando guiones. Todo ello hizo que el presupuesto subiera hasta niveles estratosféricos. La climatología más bien inclemente del pueblo inglés elegido como primera localización, los problemas con los animales del rodaje y mil impedimentos más ayudaron a convertir la cinta en un fracaso.
Casino Royale (1967)
Esta muy libre versión cinematográfica de la novela homónima de Ian Fleming fue un verdadero despropósito. Cinco directores, entre los que se encontraba John Huston, seis guiones y una verdadera retahíla de estrellas, donde sobresalen los nombres de David Niven, Orson Welles, Ursula Andress o Jacqueline Bisset, no impidieron el fracaso de esta presunta parodia de la saga Bond. Sólo los chistes de Woody Allen en el filme han soportado el paso del tiempo.
La leyenda de la ciudad sin nombre (1969)
Quizá lo más recordado de esta película sea Lee Marvin cantando Wandering Star, la única canción que conoció éxito de este musical creado originalmente para las tablas por Alan Jay Lerner. Fue precisamente el autor de la obra de teatro el que dio gran parte de los problemas durante la filmación. Él fue el que se impuso en muchas ocasiones a un director, el veterano Joshua Logan, que perdió el control del rodaje. Los problemas derivados de filmar en exteriores no ayudaron precisamente a reflotar el barco. El público tampoco tuvo al filme entre sus favoritos de aquel año.
New York, New York (1977)
Martin Scorsese decidió convertir este filme, ambientado durante el auge de las bandas de swing en los Estados Unidos, en su peculiar homenaje al musical clásico. Sin embargo, a diferencia del Hollywood de la edad dorada, donde se podía filmar un largometraje musical con un presupuesto no demasiado elevado, gracias al equipo contratado por el estudio para este tipo de filmes, rodar un filme de estas características en los setenta era muy caro. El alto coste de la cinta y el desinterés del público por el género musical, algo de lo que había dejado constancia fracasos como Star! (1968) o Hello, Dolly! (1969), convirtieron a la cinta en un fiasco taquillero.
1941 (1979)
El Rey Midas de Hollywood conoció uno de sus primeros fracasos con esta comedia bélica inspirada en la historia de un submarino japonés que atacó la costa californiana durante la Segunda Guerra Mundial. La falta de mano de Steven Spielberg con la comedia y los problemas de John Belushi, uno de los protagonistas de la película, con las drogas no permitieron que el barco llegara a buen puerto. Al director de Tiburón le costaría hablar del filme durante mucho tiempo.
La puerta del cielo (1980)
La película de Michael Cimino es considerada como una de las responsables del hundimiento de los estudios United Artist. El director, que acababa de ganar un Oscar por El cazador (1978), repescó un antiguo guión suyo sobre la guerra de Johnson County para llevarlo a la pantalla convenientemente reescrito. El cineasta batió con esta película el record del millón de pies de celuloide, una marca que hasta entonces ostentaba Apocalypse Now (1979). Por si fuera poco, el dinero destinado a la compra de cocaína para el equipo fue realmente escandaloso. Si a ello le sumamos repeticiones de escenas, varios remontajes y añadidos de prólogos y epílogos nos encontraremos con un coste realmente desproporcionado. Todo ello para dar a luz un western que es considerado por algunos como uno de los peores de la Historia.
21 jun 2010
Fracasos en Hollywood. ¡Qué ruina de película!, Juan Tejero
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