Hollywood cree haber encontrado en él al último de una estirpe en la que han grabado su nombre a fuego Marlon Brando, Steve McQueen o Clint Eastwood. A sus 44 años, este `chico bond´ protagoniza un taquillazo que apunta a marcar una época: `Millennium, Los hombres que no amaban a las mujeres´, la nueva versión cinematográfica del superventas mundial de Stieg Larsson.
Alérgico a las entrevistas, Craig acepta sentarse a charlar con `XLsemanal´. Desenfundamos primero.
Fue jugador de `rugby´... y se le nota.. Es fornido, compacto y hay algo robótico en su apariencia que esos ojos sobrenaturalmente azules no sé si acentúan o desmienten. Un inglés suburbial que se habrá tomado mil pintas en el pub de su padre, un marino mercante que terminó sirviéndolas. Pero que también heredó el gen creativo de su madre, profesora de arte, y participaba en las obras de teatro de la escuela desde que tenía seis años. Daniel Craig nació en Chester hace 44 años. Se casó este verano con la actriz Rachel Weisz (41 años). Tiene una hija, Ella (19), de un matrimonio anterior. Futbolero. Hincha del Liverpool. `Chico Bond´. Ganó 14 millones de euros por sus películas en 2010. Este año ya ha batido esa marca porque no para. Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres se estrena en España el 13 de enero. Encarna a Mikael Blomkvist, el periodista creado por Stieg Larsson. La película se basa en la primera novela de la trilogía, de la que se han vendido 50 millones de ejemplares en 46 países.
La cita es en un hotel de Nueva York. Craig lleva una camiseta negra que deja ver unos bíceps aderezados con tatuajes: un cóndor y la expresión «A time for timelessness» (`Un tiempo para la eternidad´). Fama de cortante cuando el entrevistador se mete donde no lo llaman (su vida privada). Vaqueros negros y barba de tres días completan al tipo duro. Y unos cuantas contusiones y arañazos.
XLSemanal. ¿Y esos moratones? ¿Se ha metido en problemas?
Daniel Craig. No, no... Estuve en la finca de unos amigos y hubo que retirar unos árboles que había derribado el viento, así que los ayudé a arreglar aquello.
XL. Vaya, es usted un manitas.
D.C. Me gusta el trabajo físico.
XL. Lo que no le gustan son las entrevistas; al menos, eso dicen.
D.C. No me gusta el autobombo. Promocionar una película forma parte del jodido trabajo; pero promocionarme a mí mismo, vender a `Daniel Craig´, por favor...
XL. ¿Por eso se casó en secreto?
D.C. Cada cual que se ocupe de sus asuntos. No tengo miedo de expresar mis sentimientos en público, pero, si vendes tu vida privada, la pierdes y ya no la puedes recuperar. Así que celebramos una ceremonia íntima. Y lo hicimos así porque teníamos nuestras razones... privadas.
XL. ¿Qué tal la vida en Nueva York?
D.C. Me encanta. Tengo casa en Londres, pero llevo un par de años viviendo aquí y allí. Soy un privilegiado. En Nueva York puedes viajar en el metro sin llamar la atención. Aquí la gente protagoniza su propia película. Tiene cosas más importantes en las que pensar.
XL. Hablemos del filme, ¿qué se siente metido en la piel de un periodista?
D.C. Tengo muy buenos amigos periodistas: corresponsales, fotógrafos, comentaristas políticos... Es gente con la que me gusta salir a charlar, discrepar. Son mis héroes.
XL. Una curiosidad, ¿es cierto que, cuando usted nació, la comadrona lo envolvió en papel de periódico?
D.C. En realidad, la comadrona puso periódicos en la cuna. El parto fue en casa y se utilizaba el periódico como superficie estéril porque la rotativa imprime a altas temperaturas. También se usa para servir el fish and chips.
XL. Con los tiempos que corren, es un consuelo que el papel de periódico tenga tantas utilidades...
D.C. Hace falta buen periodismo para que una sociedad sea libre y democrática. En el Reino Unido estamos viviendo el escándalo de las escuchas del periódico de Rupert Murdoch. Eso no es periodismo: la información se convierte en circo.
XL. ¿Le interesa el caso Murdoch?
D.C. Mucho. Y miro si mi móvil también está pinchado [ríe]. Soy un admirador de la BBC, a pesar de que la critican por ser estatal. Sus periodistas intentan ser independientes y ecuánimes; a veces no lo logran, pero lo intentan. Si el periodismo riguroso se pierde, será una tragedia.
XL. ¿Cómo preparó el personaje?
D.C. Leyendo el libro, en realidad releyéndolo, porque ya lo había leído, y fijándome en mis amigos periodistas. Los que tienen una vocación moral, los que se toman su trabajo como una cruzada. Vale. No son perfectos. A veces tienen el ego subido. A Blomkvist le pasa. El ego le jode la vida. Y es un tipo que mete la pata. Pero sus defectos lo hacen más interesante.
XL. Los actores también tienen problemillas de ego...
D.C. Sí, es una profesión muy dada a que tu ego sea incontrolable.
XL. ¿Le pasa a usted?
D.C. ¡Tengo un ego enorme! [casi aullando]. No, de verdad que no. El ego te convierte en alguien inseguro, pendiente siempre de cómo te ven los demás. Yo procuro hacer las cosas a mi modo.
XL. ¿Cómo es trabajar a las órdenes de David Fincher?
D.C. Es lo más cercano que tenemos a Hitchcock en este momento. La película es arriesgada.
XL. Hombre, la película es un `remake´ de la adaptación sueca, bastante exitosa. ¿Ha visto la versión sueca?
D.C. Tengo el DVD en casa. Pero no quise verla para que no me influyese.
XL. ¿Y por qué dice que es arriesgada?
D.C. El libro es muy duro y la película es fiel. Es cine para adultos. Hay sexo y violencia, pero no son explícitos. Están sugeridos. Y eso los hace más potentes. Ojalá los estudios volvieran a atreverse a hacer películas como El Padrino o Taxi driver, con las que crecí. Ya nadie hace películas así. Pero la productora le ha dado carta blanca a David.
XL. Fincher tiene fama de `torturar´ a los actores repitiendo cada escena hasta extenuarlos.
D.C. No me importa repetir una toma cien veces, las que haga falta. Es mi trabajo. Y si en tu día libre estás reventado, pues te lo pasas durmiendo... y punto.
XL. ¿Hay química con Rooney Mara?
D.C. ¡Uf! La ves por la calle y no te llama la atención; parece normalita. Pero cuando te fijas bien, te das cuenta de lo guapa que es. Y lo sexy. Es perfecta como Lisbeth Salander. Transmite el trauma de esta chica, su fragilidad y su dureza.
XL. La película se mueve en el delicado terreno de la violencia contra las mujeres...
D.C. Es un asunto muy serio. La historia de Salander es muy fuerte, muy difícil. Y no se puede frivolizar.
XL. ¿Entonces es una película moral?
D.C. Los protagonistas ansían justicia. Y buscan la verdad. Pero yo no sabría decir si es moral; al fin y al cabo, una película busca el entretenimiento.
XL. ¿Le preocupa que un personaje tan potente como el de Salander pueda eclipsarlo?
D.C. No. Me encanta que la mujer lleve los pantalones. No tengo inconveniente en que demuestren su poder.
XL. ¿Qué lo atrae más de la historia de Larsson?
D.C. Que describe una sociedad en la que, tras una máscara de respetabilidad, bullen asuntos oscuros. Mire lo que pasó en Noruega con ese chaval que comete una matanza en nombre de un ideal extremista. Lo primero que se pensó es que era un ataque terrorista. Occidente está demasiado cegado por su propia propaganda, y no ve que está alimentando a un enemigo interior, protegido por buenas familias y envuelto en un aura honorable. En fin, vivimos una época fascinante.
XL. Y como padre de una joven, ¿cómo ve el futuro?
D.C. No lo sé. Creo que estamos asistiendo a una revolución, no necesariamente sangrienta. Es una revolución de actitud. Las nuevas generaciones ven el mundo de manera distinta. Creo que los jóvenes nos están dando una lección. Aunque no entiendo de economía, parece que una banda de ladrones dirige el mundo. Y creo que los jóvenes tienen otro plan. Espero que les funcione.
XL. Lo tienen bastante complicado. Muchos no pueden ni irse de casa de sus padres.
D.C. Yo me fui de casa a los 16. Me dieron una beca para estudiar interpretación. Esa beca marcó mi vida. Me permitió terminar los estudios, y pude independizarme. Y también tuve que aprender a trabajar duro para no perder la beca.
XL. Lo consideran uno de los actores más elegantes del mundo, ¿es un adicto a la moda?
D.C. Paso totalmente de la moda. Tengo seis o siete trajes que están muy bien en el armario. Y si tengo que llevar traje, me pongo el primero que veo, ni me fijo en el color. Normalmente uso camisetas.
XL. ¿Cómo se las arregla para saltar de Blomkvist a Bond?
D.C. Cierro los ojos y me lanzo al precipicio... No, para mí es fácil. Termino una película y empiezo otra. Punto y aparte.
XL. Defina `éxito´.
D.C. Taquillazo. Que vayan cien millones de personas a ver una peli. No son películas para los críticos. Tienen que ganar dinero.
Ixone D. Landaluce
XL Semanal
26 dic 2011
Daniel Craig: James Bond cree que una banda de ladrones gobierna el mundo
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