Según algunas reseñas, su origen es alemán. Sin embargo, existen también algunas versiones que sostienen que proviene de Francia meridional o Italia septentrional. Según una de las historias, hacia el 610 los monjes benedictinos de Borgoña y Renania los adoptaron para entregarlos como premio a los niños que realizaban sus tareas escolares. Se dice que uno los monjes preparaba el pan ázimo (sin levadura) para la Cuaresma y dobló el pan sobrante como los cristianos doblaban sus brazos sobre el pecho colocando cada mano en el hombro opuesto representando con los tres agujeros formados con los brazos a la Trinidad Cristiana. Luego de doblarlo en esta forma, el monje lo usó para darles gusto a los niños que recitaban sus oraciones. Los monjes los llamaron “brachiola” o “petriola” palabra, ésta última, utilizada en latín para referirse a recompensas pequeñas. Al parecer, estos panecillos de singular forma viajaron luego por toda Europa y pronto llegaron a ser un símbolo de buena suerte, de vida sana y prosperidad. Leer más
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