Louise Foxcroft, Historiadora
Para la BBC
En esta época del año las revistas se suelen llenar de recomendaciones de los famosos para bajar de peso. Pero no se trata de una tendencia reciente, según explica la historiadora Louise Foxcroft, autora del libro "Calorías y corsé", las celebridades vienen "dando el ejemplo" desde hace por lo menos dos siglos.
El poeta británico Lord Byron fue uno de los primeros personajes famosos que contribuyeron a fomentar la obsesión del público con los métodos que las celebridades emplean para mantenerse en línea.
Pese a que siempre será recordado como un hombre lánguido y de estilizada figura, Byron tenía, en realidad, tendencia a engordar. Y, al igual que los famosos de hoy día, dedicaba gran parte de sus esfuerzos a conservar su figura.
Durante sus años en la Universidad de Cambridge, su temor a ganar peso lo obligó a seguir una dieta estricta. Lo hacía en parte para adelgazar, pero también para mantener su mente despierta.
El hombre se alimentaba de galletas, soda y papas remojadas en vinagre y se vestía con varias capas de lana para transpirar y reducir su masa corporal, que medía obsesivamente.
Más tarde se atracaba con comida y luego ingería grandes dosis de magnesio.
Cigarrillos para matar el hambre
En 1806 Lord Byron pesaba 88 kilos. En 1811, pesaba tan sólo 57 kilos. Sabemos que en un espacio de cuatro años perdió 32 kilos gracias a los registros de Berry Bros & Rudd, una tienda de vinos en el barrio londinense de St. James, a la que acudían los hombres preocupados por su estilo para pesarse en sus balanzas. Las balanzas de baño tan populares hoy día son una invención del siglo XX.
Cuando vivía en Villa Diodati, una mansión cerca del Lago de Ginebra en Suiza, Byron desayunaba una tostada de pan y una taza de te. La cena consistía en un plato de vegetales livianos y una botella o dos de soda, con unas gotas de vino. Por la noche, bebía una taza de té verde. De más está decir que sin leche ni azúcar.
Para controlar las punzadas del hambre fumaba cigarros. Aunque tenía conciencia de que las dietas obsesivas eran "la causa de más de la mitad de nuestras enfermedades", continuaba privándose de comida y, para 1822, su salud se había deteriorado considerablemente.
Debido a su influencia, muchos temían que su conducta pudiese afectar a los más jóvenes.
"Una mujer nunca debe ser vista comiendo o bebiendo a menos que sea langosta, ensalada o champagne, las únicas viandas verdaderamente femeninas", solía decir el poeta.
Pero este doble rasero quedó al descubierto cuando, al terminar una escandalosa aventura amorosa con Lady Caroline Lamb, que había quedado destruida por la pena, Byron dijo sentirse "perseguido por un esqueleto".
Nietzsche y Henry James también
Otra famosa excesivamente delgada del siglo XIX era la bella Isabel de Wittelsbach, la esposa del emperador de Austria, Francisco José I, conocida como Sissi.
Bajo la constante mirada del público, Sissi mantenía su esbelta figura gracias a una estricta dieta y una rigurosa rutina física.
Más alta que su marido por varios centímetros, pesaba sólo 48 kilos y su cintura, que se la hacía medir a diario por su peluquero, tenía que medir menos de 50 centímetros o se negaba a comer.
Tenía costumbre además de ingerir laxantes, eméticos, naranjas, sopa y un vaso de leche de su propia vaca.
Hasta incluso Nietzsche y Henry James fueron víctimas de las dietas. Mientras que el filósofo siguió la tradicional receta de reducir las calorías, James optó por el método de masticar cientos de veces el mismo bocado.
En los años 20, cobraron popularidad las dietas de Hollywood. Ninguna parecía ser demasiado drástica o costosa para las estrellas o para el público que las admiraba y quería ser como ellas.
Lo mismo ocurre hoy día. Siempre figura un nuevo libro para bajar de peso en la lista de los libros más vendidos. La mayoría son recetas antiguas recicladas, cada una de ellas respaldada por un famoso del momento o dos, cuyos cuerpos espectaculares son el resultado de horas de trabajo y una gran inversión de dinero.
Es lo mismo que nos han dicho siempre, que podemos ser más delgados, más jóvenes, o más queridos si seguimos cualquiera que sea la dieta del momento.
Y lo peor, es que la mayoría parece creerlo. Fuente: BBC Mundo
9 jun 2012
La dieta de Lord Byron
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