A partir de los descubrimientos de Marie Curie, se hicieron algunas salvajadas a principio del siglo XX. Estos supositorios con elementos radioactivos garantizaban a todo hombre que los tomara... o más bien que se los introdujese, habilidad mental y capacidad de vivir y amar en el más amplio sentido de la palabra.
Todo el mundo quiso sacar tajada de la sorprendente novedad, y no faltaron los aventureros que lo ofrecieron al público como la panacea universal.
“La radioactividad te hará sentir más sano”, fue la consigna lanzada a los cuatro vientos.
Así aparecieron decenas de presentaciones dedicadas a resolver cualquier dolencia.
Por ejemplo, el “The Scrotal Radiendocrinator” prometía multiplicar el vigor sexual llevando el envase en el bolsillo, cerca de la bolsa escrotal.
Los “Radium Supositories”, producidos en Denver (Colorado), se aconsejaban a las personas débiles y desanimadas para concederles salud y fortaleza.
Parecidos efectos provocaba el “Radium Chocolate”, fabricado en Alemania en la década de los años treinta por Burk y Braun.
Famosa fue la crema de belleza “Tho-Radia”, muy popular en Francia, fabricada por un falso Alfred Curie, que llevaba 0,5 gramos de torio y 0,25 mg de radio. Leer más sobre la radioactividad y sus implementaciones aquí
9 jun 2012
Supositorios radioactivos: mayor capacidad mental, de vida y de amar
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