12 oct 2012

Suicidas famosos de la historia

El primer suicida al que la Historia dedica unas líneas es Periandro (siglo VI a.C.), uno de los Siete Sabios griegos. Diógenes Laercio contó cómo el tirano corintio quería evitar que sus enemigos descuartizaran su cuerpo cuando se quitara la vida, por lo que elaboró un plan digno de Norman Bates. El monarca eligió un lugar apartado en el bosque y encargó a dos jóvenes militares que le asesinaran y enterraran allí mismo. Pero las órdenes del maquiavélico Periandro no acababan ahí: había encargado a otros dos hombres que siguieran a sus asesinos por encargo, les mataran y sepultaran un poco más lejos. A su vez, otros dos hombres debían acabar con los anteriores y enterrarlos algunos metros después, así hasta un número desconocido de muertos. En realidad, el plan para que el cadáver del sabio no fuera descubierto era brillante, pero en lugar de un suicidio tenía visos de masacre colectiva.
John Berryman (1914-1972) El autor de ‘Homage to Mistress Broadsheet’ tuvo desde niño una relación cercana con el suicidio. A los 12 años descubre el cadaver de su padre, que acaba de pegarse un tiro. Esta imagen inspira sus famosas 77 canciones del sueño poemario que acabó ganando el Pullitzer de poesía. Junto con His Toy, His Dream, His Rest publicado en 1968, conforman su libro Dream Songs al que debe gran parte de su fama. Aunque Nick Cave sea fan suyo, los que le conocieron hablaron de su caracter imposible: perverso, alcóholico y manipulador. En 1972, sumido en la desesperación salta al Missisipi desde un puente de Minneapolis, con tan mala suerte que no cae al agua y muere asfixiado con la cabeza atrapada en el barro de la orilla.
Yukio Mishima (1925-1970) Enamorado del pasado de Japón y enemigo acérrimo de la sociedad nipona occidentalizada de post-guerra , sus novelas destilan un aire rancio y conservador en sus peores pasajes, poético y espiritual en los mejores. Su obra más importante es la tetralogía de novelas El mar de la fertilidad‘. El 25 de Noviembre de 1970, después de entregar a su editor el manuscrito del libro que completaba la saga, Mishima se dirigió con tres compinches a un cuartel del ejército japonés. Entraron en la oficina del general, le ataron a una silla y Mishima salió al balcón del despacho. Anunció que estaba dando un golpe de estado y empezó a leer su lista de demandas, que incluían la vuelta del emperador. Los soldados se mofaron de él, y Mishima, dentro de la oficina, se practicó el suicidio ritual del seppuku rajándose el vientre. Un suicidio lento y doloroso, en el que los jugos gástricos van poco a poco corroyendo los órganos. Cuando ya había sufrido lo bastante, y siguiendo las normas que indica el ritual, un compinche intentó cortarle la cabeza, pero falló por tres veces. A la cuarta, consiguió separársela del cuerpo. Robert E. Howard (1906-1936) No tan olvidado autor de novelas baratas, aunque las veces que se le recuerda siempre es por tres cosas: fue íntimo amigo de Lovecraft, creó el personaje de ‘Conan el bárbaro’ y perpetró un meticuloso suicidio. Cuando su madre entró en coma, Howard primero asegura el futuro de su obra, después pide prestado un revólver y pregunta a un médico sobre las posibilidades de sobrevivir a un disparo en la cabeza. La víspera de su suicidio reserva tres nichos en el cementerio local (uno para su madre agonizante, otro para su padre anciano y un tercero para él mismo) y al día siguiente se dispara un tiro en la cabeza en el interior de su coche. En su nota de suicidio reproduce unos versos que escribió cuando tenía 10 años, así que imaginamos que también los tenía a mano y preparados para el momento fatídico.
Eugene Izzi (1953-1996) Escritor de novelas policiacas, plantea su suicidio como un enigma para la policía, que casi parece sacado de uno de sus libros: En la madrugada del 7 de diciembre de 1996 se cuelga de la ventana de un piso catorce de un edificio céntrico de Chicago. A la mañana siguiente, la policía acude y confundida, encuentra que el cadaver de Izzi lleva puesto un chaleco antibalas. En los bolsillos de la chaqueta del ahorcado encuentran puños americanos, un spray anti-violadores y varios disquettes con parte de su obra. Cuando entraron en su casa, descubrieron varias pistolas cargadas, así como otras pistas falsas.
Attila József (1905-1937) Este atormentado y revolucionario poeta húngaro no destacó en vida por su suerte o habilidad con los suicidios. El primer intento de acabar con su vida fue ingiriendo cincuenta aspirinas, que aparte de espantosos dolores de estómago no le causaron gran daño. La siguiente vez, tragó un veneno que resultó inocuo. La tercera, se tumbó en las vías de un tren, pero fracasó porque el tren había atropellado a otro suicida antes y se había detenido. Ya por fin en su cuarto intento consiguió poner fin a su vida dejándose arrollar por un tren, que esta vez no paró.
Paul Lafargue (1942-1911) Casado con la hija de Marx, Lafargue fue el introductor del socialismo en España; sin mucho éxito por la popularidad de las ideas anarquistas en aquella época en nuestro país. Aparte de escribir la obra maestra (aquí el jurado sí que habla con conocimiento de causa) El derecho a la pereza, dedica toda su vida a difundir la obra de su nuero. En su nota de suicidio escribe “Muero con la suprema alegría de tener la certeza de que muy pronto triunfará la causa a la que me he entregado desde hace cuarenta y cinco años” No entramos en la cuestión de si puede considerarse un triunfo del marxismo o no, pero apenas seis años más tarde los bolcheviques se hicieron con el poder en Rusia.
Ex-aequo: Vachel Lindsay (1879-1931)/Charlotte Mew (1869-1928) Poeta estadounidense y vagabundo él, es célebre por ser uno de los primeros en sentar las bases de la crítica cinematográfica, así como por su poema onomatopéyico The Congo. Poetisa inglesa a caballo entre la lírica victoriana y la moderna ella, fuma, viaja sola y se viste como un hombre, para escándalo de los idem de aquel tiempo. Poeta él y poetisa ella, comparten un método de suicidio sorprendente: ambos se beben una botella de Lysol, un desinfectante vaginal de la época, para acabar con sus vidas.
Ferdinand Raimund (1790-1836) De orígen muy humilde, su rostro acabó en los billetes de 50 chelines austriacos. Dramaturgo nacional del país centroeuropeo, consiguió la celebridad por criticar y hacer sátira de las costumbres de sus contemporáneos. Pese a tanta risa y tanta mala baba a costa de los (para él) grotescos austriacos, acaba suicidándose por motivos bastante ridículos: le muerde un perro y aterrorizado ante la posibilidad de haber contraído la rabia, acaba con su vida.
Raymond Roussel (1877-1933): Un dandy viajero, millonario y drogadicto publica Locus Solus e Impresiones de África, con un inimitable estilo basado en la homofonía. Aunque más que por su obra se le recuerda por ser autor de cabecera de los surrealistas, los oulipo y los escritores de la nouveu roman. A la hora de su suicidio no quiso dejar abierta la puerta al fracaso. Según cuenta Leonardo Sciacia (su único biógrafo) ingiere 16 ampollas de Somnothyril, quince de Sonéryl, diez de Hypalène, once de Lutonal, ocho de Phanadorme, una caja de Declonol, un frasco de Hyrpholene, diez ampollas de Neurinare y doce de Veriane para suicidarse. Sobra decir que lo consigue.
José Asunción Silva (1865-1896) Romántico tardío o modernista primitivo, este poeta colombiano de corta e influyente obra, escribe Nocturnos, fragmentos de los cuales aparecen en cualquier antología de poesía hispanoamericana. Corta obra porque en un naufragio, pierde casi todos sus escritos, la inmensa mayoría de los cuales no habían sido aún publicados. Este hecho y la muerte de su hermana Elvira, quien se cree que fue su gran amor, le trastocaron profundamente y se vio empujado al suicidio. Un día antes de suicidarse de un disparo, le pide a su médico, el doctor Manrique, que le dibuje sobre la piel el lugar exacto que ocupa el corazón.
Nicolás de Chamfort (1741-1794) Escritor parísino, brillante y mundano es mucho más conocido por sus citas y epigramas que por cualquiera de sus libros. Durante la Revolución Francesa, se opone al Terror de Robespierre y es encarcelado durante un breve periodo de tiempo. Aterrorizado ante la posibilidad de volver a ser detenido y procesado, se pega un tiro en el paladar, con tan mala suerte que se destroza la nariz y la mandíbula pero no se mata. Toma entonces un abrecartas de su escritorio y se apuñala varias veces en el cuello, sin éxito. Desesperado, lo intenta en el pecho y en la pierna, pero pierde la consciencia antes de conseguir matarse. Lo encuentra su criado en un charco de sangre y Chamfort acabará sus días en un hospital entre, imaginamos, un dolor considerable.
Horacio Quiroga (1878-1937) A la tierna edad de tres meses es testigo de como su padre se quita la vida disparándose en la cabeza con una escopeta. Su madre vuelve a casarse y después de cinco años de matrimonio, el padrastro se suicida con idéntico método al que había usado su padre biológico. Con el tiempo, el joven Quiroga se hace profesor de castellano en el Colegio Británico de Buenos Aires y se casa con una alumna, que en 1915 se suicida bebiendo un líquido para revelar fotografías. Mantiene un breve idilio y una larga amistad con Alfonsina Storni (quien se suicidaría 20 años después arrojándose al mar) en la siguiente etapa de su vida. Un amigo le consigue el puesto de cónsul de Uruguay en la capital porteña, y lo pierde después de que el mismo amigo se suicidase. Un año y un día antes de que se quite la vida su gran amigo Leopoldo Lugones (arsénico), Quiroga ingiere una dosis letal de cianuro. Poco más tarde se suicidaría su hija mayor, Eglé y a su único hijo varón, Darío, le tocó el turno en 1951.
Michael Strunge (1958-1986) Poeta noruego influenciado por The Cure y Joy Division (¿Robert Smith es una influencia literaria válida?) se convierte en el bardo de culto de los góticos nórdicos. En una de los permisos para salir del psiquiátrico en el que lleva ingresado cinco años, Strunge salta desde la ventana del piso de un amigo. Sus últimas palabras fueron “¡Mirad! ¡Puedo volar!”.
Hitler y su mujer, Eva Braun, se suicidaron juntos. Entraron a una habitación, cerraron la puerta y Hitler se disparaba un tiro a la cabeza mientras Eva ingería veneno.
Hannah Bond "niña emo" de 13 años se suicido en su cuarto, despues de dos semanas de haber entrado al estilo emo ella era fan de my chemical romance y supuestamente estaba obsesionada con el disco The Black Parade y con la muerte, empezo a cortarse y a llenar sus paginas de internet tales como bebo de fotos de chicas con las venas cortadas u ositos rosados colgados del cuello llenos de sangre, My Chemical Romance es una banda acusada de promuever el suicidio. se ahorcó con una corbata para impresionar a sus compañeros. La joven, originaria de East Peckham, dejó una nota suicida en la que empleó el pseudónimo “Desastre viviente”. Al regresar de casa de un amigo, Hannah Bond le dijo a sus padres “que se quería matar”, quienes le respondieron “No seas tonta”. La adolescente fue encontrara colgada en una litera una hora después de su advertencia.
Kurt Cobain se disparó con una escopeta a la cabeza. En su úlimo disco cantaba "Me odio y quiero morir". Fue uno de los suicidios más polémicos. El cantante era politoxicómano y se dice que eso le llevó al borde de la locura y la depresión.
El cantante de The Doors murió de sobredosis. Lo que últimamente se ha descubierto es que padecía depresión por su adicción a la cocaína y que esta sobredosis fue preparada por él mismo para que lo matase mientras se daba un baño.
Hemingway. En el periódico cubano Granma, el 8 de abril de 1983, se aclaraba que "aunque gran parte de la documentación sobre Hemingway versa sobre sus actividades antifascistas durante la Segunda Guerra Mundial, muestra también numerosos informes relacionados con su apoyo a la Revolución Cubana tras el derrocamiento del dictador Batista." A la persecución del FBI le atribuyen algunos, también, la causa de la muerte del célebre escritor. Aunque se sabe que en los momentos finales de su vida padeció trastornos siquiátricos, estudiosos de la vida de Hemingway creen que esta circunstancia lo indujo al suicidio en julio del 1961, en Idaho, EE UU. Otros opinan que las dosis excesivas del medicamento recetado contra la depresión, la reserpina, fue el emotivo real. Un mes después de la muerte de Hemingway su viuda regresó a Cuba. Al parecer ya había decidido donar parte de las posesiones de su marido al pueblo cubano, cuya determinación fue comunicada al primer ministro Fidel Castro. Sin embargo, se reservó el derecho de llevar consigo parte del patrimonio, pero otra, y esto es lo más inquietante, la hizo desaparecer en una pira, siguiendo, según se cree, indicaciones de su marido. Es imposible determinar en la actualidad si era cierto que el autor de Adiós a las armas, etiquetó parte de su correspondencia con la orden de quemar, pues las declaraciones al respecto han sido contradictorias. Pero, ¿qué motivos tendría para dar semejante orden?
Alfonsina Storni (1892-1938). La poetisa Alfonsina Storni (1892-1938) escribía sobre la muerte desde que tenía 12 años. Su primer poema trató sobre este tema. Cuando lo terminó, se lo dejó a su madre bajo la almohada para que lo leyera. Esperaba una felicitación, pero lo que obtuvo fueron varias bofetadas. En 1935 le diagnosticaron un cáncer de mama y aunque la operaron a tiempo, ella rechazó la radioterapia y desarrolló un cáncer incurable. Deprimida por su enfermedad y por el suicidio de sus amigos Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga, quien se había quitado la vida pocos meses antes, Alfonsina dejó su pensión del Mar de la Plata el 25 de octubre de 1938 y se metió en las aguas del Atlántico. Con tinta roja sobre papel azul había escrito antes: "Me arrojo al mar". También dejó un poema alusivo a su muerte que había mandado al periódico La Nación unos días antes. Su cuerpo apareció flotando en la playa de la Perla
Virginia Woolf (1822-1941). La autora de La señora Dalloway y Las olas, otra gran rebelde que plasmó en sus libros la opresión que sufrían las mujeres en su época, se suicidó tirándose al río Ouse con piedras en los bolsillos. Virginia luchó durante muchos años contra su enfermedad, un trastorno bipolar, con la ayuda de su marido Leonard, que siempre permanecía atento a su estado para prevenir problemas. Virginia temía volverse loca y tenía una relación complicada con su obra; nunca quedaba satisfecha y después de terminar un libro la invadían los viejos demonios. La muerte de Virginia según Leonard : "Al no encontrarla ni en la casa ni en el jardín, tuve la seguridad de que se había dirigido al río. Corrí por los campos hacia el río y casi inmediatamente encontré el bastón que utilizaba para pasear sobre la ribera. Dejó una nota a su marido en la cual le aseguraba que ' te debo toda mi felicidad de mi vida ' y ' no creo que dos personas puedan ser más felices de lo que nosotros hemos sido '
El alcohol no mató a Dylan Thomas, sino un error de su propio médico: El poeta Dylan Thomas podría haber vivido para reclamar su pensión si un doctor norteamericano no hubiera confundido un coma diabético con una inconsciencia etílica y no le hubiera dado un cocktail letal de drogas. Esta es la teoría defendida por un nuevo libro, La muerte de Dylan Thomas, escrito por el neocirujano James Nashold y George Tremlett, un biógrafo de Thomas. El poeta murió en un hospital de Nueva York en 1953, cinco días después de beberse 18 bourbon en hora y media para batir una apuesta y tras una noche desenfrenadamente alcohólica. Tenía 39 años. Hasta hoy la versión oficial aseguraba, con cierta lógica, que había fallecido a causa de «una grave intoxicación alcohólica». Sin embargo, en la nueva biografía los autores acusan al doctor Milton Feltenstein, su médico personal, de olvidarse de realizar una prueba de sangre o de orina antes de inyectar a Thomas con cortisona y morfina horas antes de que cayera en coma."Soy un caprichoso usador de palabras,no un poeta. Ésa es la verdad."(Dylan Thomas)
César Pavese. "Perdono a todos y a todos pido perdón. No chismorreen demasiado". Con estas dos frases se despedía Cesare Pavese. Escritas en una de las habitaciones del hotel Roma, de la ciudad de Turín. Escritas antes de suicidarse tras ingerir seis sobres de somníferos. De la misma manera en que se suicidaba uno de sus personajes de "Entre Mujeres Solas". Pavese yace sobre la cama, vestido, salvo porque se ha quitado los Zapatos...
Larra. Ya anochecido el 13 de febrero de 1837 Dolores Armijo, acompañada de su cuñada, le visita en su casa del tercer piso de la calle Santa Clara nº 3, comunicándole que no había ninguna posibilidad de acuerdo respecto a su separación, inmediata. Apenas han salido las dos mujeres de la casa, se suicidó de un pistoletazo en la sien derecha. Tenía veintisiete años. Stefan Zweig(Viena, Austria, 28 de noviembre de 1881 - Petrópolis, Brasil, 22 de febrero de 1942) fue un escritor austríaco de la primera mitad del siglo XX. Sus obras fueron de las primeras en protestar contra la intervención de Alemania en la segunda guerra mundial. Fue muy popular durante las décadas de 1920 y 1930. Escribió novelas, relatos y biografías, entre las más conocidas están las de María Estuardo y la de Fouché, una obra mitad biografía y mitad novela histórica muy interesante sobre un personaje que nadie ha enriquecido ni antes ni después de Zweig. Otra de sus biografías, la dedicada a María Antonieta,[1] fue adaptada al cine en Hollywood. Tras su suicidio en 1942, su obra fue perdiendo fama progresivamente. No tiene parentesco ni con el escritor Arnold Zweig ni la escritora alemana Stefanie Zweig (nacida en 1932).

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