El pueblo conocido como Nuba agrupa a más de 20 grupos étnicos diferentes que habitan en la cadena montañosa de Nuba situada en El Kordofán, la provincia central del Sudán. Se llaman a sí mismos la “gente de las colinas”, y sus poblados son permanentes (al contrario de muchos de sus vecinos de las llanuras) gracias a que en las colinas nunca falta el agua.
Sin embargo, las aldeas nuba, antes situadas en lo alto de las colinas como método de defensa, se construyen ahora en una zona más baja, donde es más fácil conseguir agua y cultivar la tierra. Cada familia suele poseer al menos tres construcciones: una para dormir, de forma circular con el techo de paja; otra con la cocina y una última como almacén de grano. Aun así, las colinas han demostrado ser una magnifica defensa natural contra la influencia externa, incluso de la cultura árabe que ha absorbido a las tribus vecinas. Cuando un hombre se casa con una mujer, construye para ella una casa, y la novia vive con sus padres hasta que la vivienda está terminada.
Los nuba hablan más de 50 dialectos distintos y muchos grupos tienen formas de vida totalmente dispares. Hablan más de 20 lenguas diferentes y más de 100 dialectos, muchos de ellos ininteligibles entre sí, pertenecientes a grupos lingúísticos diferentes muchos de ellos.
Hay idiomas de origen Nilo-Sahariano, de ramas sudanesas, nubias, ... y de origen Niger-Congo, de rama kordofaniana. Las más importantes por su número de hablantes son el Daigik, Katcha, Kadugli, Koalib, Ngile, Tegali y Tiro que las utilizan decenas de miles de personas cada una, habiendo otras, que como el Afitti, Kadaro, Keiga, Ko, Tegem, Logol, Liguri, Talodi, ... apenas son utilizadas por unas miles de personas.
La mayoría de los clanes nuba se organizan socialmente de forma patrilineal (descendencia y propiedad mantenida por la línea paterna), aunque algunos nuba del sur lo hacen de forma matrilineal.
Los miembros de un clan pueden estar predestinados, a través del padre o de la madre, a dedicarse a proporcionar determinados servicios a la sociedad. Asimismo, en algunas zonas cada clan se encarga de algún trabajo o función (ceremonias, administración de alimentos...) que repercute en beneficio de toda la comunidad.
Algunas construcciones de los nuba, como las de la zona de Korongo, son especialmente artísticas. Son construcciones están enlazadas de seis en seis y rodeadas por un muro común. La cara externa de éste, de tierra (grafítica y azulada) se pule hasta que brilla intensamente. Estas paredes se decoran con exóticos dibujos en color escarlata, blanco y amarillo ocre.
Los nuba son fundamentalmente agricultores. Cultivan el sorgo, utilizado para la alimentación, el comercio y la fabricación de cerveza; el mijo, sésamo, cacahuete y tabaco, estos últimos dedicados al consumo local. Las mujeres cultivan pequeños huertos de verduras como cebollas, okra, alubias y maíz. Crían, también, ganado doméstico como ovejas, cabras y gallinas.
Las gachas de mijo son la base de su dieta alimenticia, que es acompañada con salsas, carne, okra o alubias. Importado de la cultura de sus vecinos árabes, hace algún tiempo comenzaron a hacer un pan delgado llamado Dura, que se ha generalizado entre todos los Nuba.
Las huertas cercanas a las viviendas les suministran las provisiones necesarias para autoabastecerse. Tanto el campo como el ganado, durante la estación húmeda, ocupan la mayor parte del jornada. Con la llegada de la estación seca, el trabajo en el poblado se relaja y los nubas pueden dedicar mucho tiempo a sus actividades preferidas: el deporte y la lucha.
Las comunidades están organizadas en clanes o familias extensas. La autoridad del pueblo la detentan los jefes del clan. Cada comunidad normalmente tiene una gran mezquita de piedra. La mayoría de los pueblos también tiene escuelas islámicas donde se envía a los muchachos y muchachas para estudiar el Corán a la vez que aprenden a escribir, etc.
Los niños aprenden a pelear desde edades muy tempranas y al alcanzar la pubertad ya disfrutan de los duros enfrentamientos entre aldeas, que otorgan al poblado vencedor un gran prestigio. Tal es la importancia de la lucha, que la virilidad se mide por la habilidad y la fuerza en las disputas. Un joven que no posea la destreza suficiente tendrá problemas para encontrar pareja.
Algunas de estas luchas se llevan a cabo por hombres más maduros, y se practica con lanzas y escudos. Estas peleas, más peligrosas, requieren un importante grado de habilidad. Otra variedad incluye el uso de garrotes. Pero todavía existe una variante mucho más peligrosa: la lucha de brazalete. Ésta pervive ocasionalmente en las zonas más remotas, y consiste en luchar con un gran brazalete atado al brazo y atrapando la cabeza de su adversario.
Bajo la práctica del deporte subyace la idea de que si los jóvenes son fuertes, toda la comunidad lo será. A la lucha, subyace pues un sentimiento religioso, exteriorizado en los cuerpos cubiertos de ceniza sagrada de los luchadores.
Esta ceniza representa la resistencia, la virilidad, incluso la eternidad, y se considera que un nuba cubierto de ceniza adquiere un carácter sagrado. Otro de sus usos es frotarla por todo el cuerpo para ritos ceremoniales tales como evitar las tormentas de viento (habub) que a veces azotan los poblados.
Las creencias de los nuba tienen su máximo representante en la figura del chamán. Es él quien se relaciona con los poderosos espíritus para mejorar la caza, obtener lluvia, sanar enfermedades, proteger las cosechas o propiciar la fecundidad.
Aunque el Islam se está introduciendo en estas comunidades, los nuba mantienen sus antiguas creencias entremezcladas con el nuevo credo. Antiguas tradiciones como la lucha (muy practicado entre los nuba) se mantienen y se apoyan en un factor religioso.
La mayoría de los grupos nuba es musulmana aunque varía mucho de unos grupos a otros el gardo de permanencia entre ellos de sus antiguas creencias.
Los nuba del sur de las Montañas Nuba como Mesakin, Krongo y Tulishi, sin embargo, no han aceptado aún el Islam y continúan practicando sus religiones tradicionales. En éstas, juegan un papel importante los sacerdotes o sacerdotisas, que son, a veces, considerados encarnaciones de los espíritus de la comunidad. Suelen encargarse de la salud de los vecinos, mediante sus conocimientos de remedios y actos de magia. En ocasiones especiales, entran en estado cataléptico para comunicarse con los espíritus que controlan las vidas de las personas. Ellos están a cargo de otros asuntos como la dirección de las ceremonias de fertilidad y los sacrificios para prevenir el hambre y las enfermedades.
Tras la política llevada a cabo por el gobierno central para ocupar sus tierras, otros grupos, considerados como extraños por los Nuba, como los Baggara y Jellaba, los nuba ya sólo constituyen el 60% de la población de los Montes Nuba.
Según parece, la diversidad de grupos no muy numerosos y muy diversos entre sí tiene su origen en que durante siglos, los Montes Nuba sirvieron de refugio para pueblos que huían de comerciantes de esclavos o gobiernos tiránicos.
Igualmente, su establecimiento en esas tierras es muy diferente y mientras hay grupos que llevan muchos siglos establecidos en la zona, otros llegaron a finales del siglo XIX.
Si sus orígenes fueron de huida y persecución, durante las dos últimas décadas han estado sometidos a la más cruenta represión y genocidio que jamás hubieran conocido en toda su existencia.
Durante los últimos años, el gobierno central, con el pretexto de luchar contra las guerrillas del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), viene llevando a cabo una campaña genocida por motivaciones religiosas, racistas y fundamentalmente para apropiarse de sus tierras.
Desde 1989, el gobierno del General Al-Bashir comenzó la persecución sistemática de los Nuba, desposeyéndoles de sus tierras, costumbres y tradiciones e impulsó una política deliberada del Frente Nacional Islámico, para eliminar la identidad Nuba.
Para lograr esto, desde octubre de 1990, las fuerzas armadas gubernamentales y sus aliados las Milicias Arabes aislaron toda la zona de los Montes Nuba cortando toda comunicación hacia el mundo exterior, impidiendo incluso el acceso a la ayuda humanitaria de Naciones Unidas. Mientras, los pueblos eran bombardeados desde el aire, y a los sobrevivientes se les reasentaba en campamentos de refugiados en el desierto donde el hambre y las enfermedades han acabado con muchos de ellos. Se sabe de innumerables violaciones de mujeres en los campamentos, y del adoctrinamiento a que han sido sometidos los niños para despojarlos de su identidad cultural.
En enero de 1992, el Gobernador de Kordofan, Abdel Karim Husseini declaró la Guerra Santa contra los habitantes de los Montes de Nuba. El Gobierno armó a la Milicias Arabes que comenzaron a destruir las aldeas Nuba, saqueando las propiedades, raptando a las mujeres y niños para ser, posteriormente, utilizados para el servicio doméstico. Las tierras Nuba han sido tomadas por el gobierno y vendidas a granjeros o comerciantes políticamente poderosos para desarrollar grandes explotaciones agrícolas mecanizadas utilizando a los hombres Nuba como mano de obra barata con el consiguiente empobrecimiento de toda la población.
Tanto Amnistía Internacional, la Organización de Derechos Humanos de Sudán como otras organizaciones internacionales han venido denunciando la limpieza étnica que se está llevando a cabo.
Leni Riefenstahl
En 1962, Leni Riefenstahl viajó por primera vez al corazón de Sudán, a las montañas de Nuba, en el centro del país más grande de África. La otrora cineasta oficial del III Reich fue la primera mujer blanca acreditada por el Gobierno de Jartum para visitar una zona que hasta entonces Occidente desconocía casi por completo. En las montañas dio con una cultura milenaria fascinante que no conocía tabúes morales, una sociedad solidaria y autosuficiente y unas personas en su mayoría respetuosas y tolerantes con el forastero. De esta experiencia surgieron reportajes fotográficos y un libro bastante polémico en el que muchos críticos leyeron una nueva nueva apología del nazismo (como Susan Sontag)
En cualquier caso, al margen del discurso que pretendiese apuntalar la alemana, aquellas fotografías de hombres y mujeres desnudos que luchaban y amaban sin andamiajes religiosos resultaron incómodas a los musulmanes más fundamentalistas. En 1983, el Gobierno de Sudán decretó la shariá e intensificó su campaña de islamización del centro-sur del país y se cebó especialmente con los nuba. A partir de entonces las tribus tuvieron que hacer frente a deportaciones masivas, ataques del Ejército y el hostigamiento religioso que trataba de dinamitar aquella horrenda cultura tan permisiva y libertina.
¿Qué ha sido de los nuba más de cuarenta años después de la llegada de Rifenshdall? Muchos han muerto por causa de los bombardeos del Ejército sudanés, otros han sido desplazados y entre los que quedan han anidado las dos religiones mayoritarias, el Islam y el cristianismo. Sin embargo, no es esta nueva confluencia de religiones la causa de sus males, de hecho Jartum considera a los musulmanes de las montañas Nuba tan perniciosos como los cristianos o los animistas, sino el hostigamiento oficial y la indiferencia internacional.
Fuentes:
ikuska.com
mapahumano.fiestras.com
trampa22.blogsome.com
6 mar 2010
Los nuba
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