Vivimos en una sociedad de la opulencia y del consumo, ahora aquietado por la crisis. Sin embargo la compulsión a comprar no se atiene a la realidad económica, ni individual ni mundial. Es un tipo de adicción, un impulso incontrolable, así se la caracteriza, lo mismo que la compulsión a beber alcohol o a jugar. Esto es, el sujeto no puede controlar sus impulsos a hacer una determinada cosa, y ningún argumento "racional" puede refrenarlos. Comprar calma su ansiedad, y de ahí el problema, porque estas personas no miden los riesgos de endeudarse, ni analizan si tienen o no, la capacidad de pagar sus cuentas a corto, mediano y largo plazo.
Esta compulsión es más fuerte a medida que se acercan las fiestas navideñas. En el mes de diciembre es cuando se detectan más casos de adicción.
Los síntomas clásicos del adicto a las compras son: el afán desmedido, incontrolado y recurrente por adquirir cosas, lo cual lleva a una excitación comparable a otras situaciones como la sexual o la droga.
Los compradores compulsivos son las víctimas de una sociedad consumista del tercer milenio que, entre otras cosas, atosiga con publicidad a cada minuto por diferentes medios de comunicación. La consigna es invitar a comprar y gastar. También la facilidad que comportan las tarjetas de crédito, ayudan a que se dé este tipo de compulsión.
Este padecimiento, generalmente, aparece por un hábito inadecuado que se adquiere y desarrolla a fuerza de repetir una conducta que en un inicio resulta agradable y luego se realiza de forma compulsiva. Se da en mayor medida en las mujeres que en los hombres.
Para saber más, puedes descargarte un artículo sobre el tema clicando aquí.
Fuente: Milenio
12 dic 2009
Compradores compulsivos
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