A pesar de las "buenas notas" que en general reciben los servicios sanitarios europeos por parte de ciudadanos, lo cierto es que éstos, financiados por el Estado, gratuitos e igual para todos, atraviesan graves problemas por el envejecimiento rápido de la población, la movilidad laboral, y el también creciente gasto en medio de la crisis actual. Parece que los gobiernos se decantan por emplear una fórmula mixta de sanidad pública y privada para paliar estos problemas que también impiden el realizar ciertas reformas como es la actualización del equipamiento médico, y otras para que el modelo continúe siendo sostenible. Son estas reformas las que los diversos gobiernos eluden afrontar por lo que puede implicar como factura política.
A partir de 2006, el gasto promedio en salud entre los países de la OCDE ha sido del 9% del PIB frente a poco más del 5% en 1970 y alrededor del 7% en 1990. En España, ascendía al 8,5% en 2007. Todas las previsiones apuntan a que el gasto sanitario seguirá creciendo a un ritmo porcentual superior al PIB; es decir que los recursos económicos no van a crecer al mismo ritmo que los gastos.
En Suecia existe un modelo de gestión mixto en el que colaboran el Estado, el sector privado, y que da al paciente posibilidad de elección.
Por este motivo, el debate no está tanto en si se debe o no hacer la reforma, sino en el modo de hacerla. La pregunta que se hacen la mayoría de los expertos, economistas y políticos se centra en cómo lograr introducir una mayor competitividad en la sanidad pública sin erosionar el principio de solidaridad –universalidad y equidad– sobre el que se basó el nacimiento del modelo actual a mediados del siglo XX.
Concretamente, Suecia, tuvo que afrontar a comienzos de los noventa una de las mayores crisis económicas de su historia. Esta situación le llevó a realizar una profunda reforma en sectores cruciales, como la educación, la sanidad y el cuidado de la tercera edad, pasando de un “Estado Benefactor a un Estado Posibilitador”, como recoge Mauricio Rojas, economista y diputado del Partido Liberal de Suecia, en su libro Reinventar el Estado del Bienestar (cfr. Aceprensa 2-06-2008). Hoy el sistema de salud sueco se basa en un modelo de gestión mixto en el que colaboran el Estado y el sector privado, “tratando de conservar un marco de equidad y pleno acceso de todos los ciudadanos”. La reforma se ha ido haciendo paulatinamente, pasando de un sistema de planificación tradicional a formas cada vez más abiertas a la competencia y a la libre decisión de los ciudadanos. Fue a comienzos de los noventa, bajo el gobierno del jefe del partido conservador Carl Bildt, cuando se empezaron a abrir las puertas al sector privado y se eliminaron las trabas que impedían o dificultaban la subcontratación dentro del sector salud, “comenzando así la licitación de los diversos servicios y también la privatización de ambulatorios, centros médicos e incluso grandes hospitales”. Rojas explica también que desde el 2006 se está pasando a una tercera fase, “donde el foco se pone en la creación de un mecanismo similar al vale escolar dentro del sistema de atención primaria” en el que el paciente puede elegir tanto al médico como a la entidad prestadora del servicio. Noticias Jóvenes
21 dic 2009
La sanidad pública europea ¿los días contados?
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