3 dic 2009

El debate sobre el velo islámico da lugar a contradicciones en Francia

París. — En la semana de la moda en París, y tras una muestra de vestidos diminutos color rosa y púrpura en un elegante departamento cerca del palacio presidencial del Elíseo, un ayudante muestra dos creaciones diferentes: abayas negras, largas túnicas que cubren todo el cuerpo. Las anchas prendas, usualmente acompañadas por un velo, fueron confeccionadas para el mercado saudita por el diseñador Adam Jones.

Mientras Francia considera prohibir los velos que cubren completamente la cara como el niqab o burka, rechazados por el presidente Nicolas Sarkozy, el hecho de ser el mayor país exportador de abayas puede sonar extraño. Pero ésta es sólo una de las muchas contradicciones que han mostrado los últimos enfrentamientos entre el laicismo y la religión en el país europeo con mayor población musulmana.

¿Por qué no? "Si alguien me dice «diseña una túnica», ¿por qué no? Estoy orgulloso de ello. Sólo es una prenda de vestir", dijo el diseñador de alta costura Stephane Rolland, quien confeccionó muchas túnicas para clientes en Medio Oriente, tras presentar su muestra en París.

Al ser consultado sobre si el velo es un signo de sumisión o si debería prohibirse, vaciló. "No quiero hablar de religión, ese es otro tema. Pero no quiero cubrir a las mujeres, no quiero pensar en ello", dijo antes de retirarse.

Mientras los diseñadores franceses se dedican a buscar el apoyo de clientes sauditas en grandes salones de exposición, en la otra punta de la ciudad, en el barrio obrero de Belleville, la escena es bien diferente. "Si llevas velo, te insultan y atacan todo el tiempo, te llaman terrorista", dijo Ikram Es-Salhi, una estudiante de 20 años, frente a una tienda de Pret-Ga-Porter que vende velos, túnicas y abayas.

"Islamofobia". Es-Salhi lleva un velo largo y marrón que cubre tanto su cabeza como su cuerpo, pero deja su rostro al descubierto. Le gustaría llevar el niqab entero, pero está prohibido en su colegio. Ya cambió su curso escolar de enfermería a sociología e idiomas, porque las enfermeras tienen prohibido llevar velo.

Junto a su amiga Aichatou Drame, quien lleva vestimenta islámica, decidieron ponerse el velo hace tres años y dos semanas, respectivamente. Sus familias se opusieron y estaban preocupadas por los problemas que podrían causarles ante el gobierno y la sociedad francesa.

Muchas feministas, no sólo en Occidente, ven el velo como la expresión de una ideología en expansión que busca esconder y silenciar a las mujeres, eliminando años de lucha por sus derechos. Pero como mujeres francesas con estudios y de familias de inmigrantes, Es-Salhi y Drame rechazan que este debate sea sobre los derechos de las mujeres. "La razón real es la ’islamofobia’", dijo Es-Salhi, temblando de ira. "Hay muchas más hermanas que llevan el velo ahora. Si se prohíbe el niqab se quedarán en casa o emigrarán a Estados Unidos, Reino Unido, Marruecos", comentó. Para ellas, el problema principal de las mujeres musulmanas no es el velo, sino la discriminación y el desempleo entre la gente joven de las familias inmigrantes. "Es absurdo, forma parte de la fobia y los estereotipos que en Occidente rodean al islam", agregó la joven en referencia a la prohibición del burka.

Francia no ha divulgado información sobre el desempleo entre algunos grupos étnicos, pero la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) destacó en mayo la discriminación que sufren los jóvenes de algunas partes de Africa como un problema importante en el mercado laboral.

La prisión pública. Otros ven al propio velo como un problema. "Ni prostitutas, ni sumisas", una organización a favor de los derechos de las mujeres en los suburbios multiétnicos franceses, ha denominado al burka la "prisión pública" y dicho que los extremistas habían tomado los cuerpos femeninos de rehén.

Los alcaldes de varias ciudades francesas han declarado que el número de mujeres con velo ha aumentado tanto en bodas como en los colegios a la hora de recoger a los niños, y que se niegan a mostrar el rostro incluso para identificarse.

No hay estadísticas oficiales, pero la evidencia anecdótica fue suficiente para llevar al Parlamento este mes a hacer un estudio, que llevará seis meses, para averiguar cuánto se han expandido el niqab y el burka.

Mientras tanto, a 8 de noviembre de este mismo año, expulsan a dos niñas de un colegio francés por llevar el velo islámico en clase.

Tras dos años de conflicto y de protagonizar varias huelgas, los profesores del colegio Léo Larguier, del departamento de Gard -sureste de Francia- han conseguido que dos alumnas fueran «excluidas» del centro escolar, por negarse a quitarse el velo islámico en clase.

Romina y Diana, de 12 y 13 años de edad, de nacionalidad francesa, hijas de una ciudadana francesa convertida al Islam, se negaban a participar en los cursos de educación física y en los de química y ciencias experimentales, en los que el velo está expresamente prohibido “por motivos de seguridad e higiene”. Los profesores rechazaban las acusaciones de racismo hechas por la madre y argumentaban que la educación en Francia es laica, tal como fue establecido en el propio artículo 10 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que data de 1789. Por ello entienden que los alumnos o los profesores no deben portar símbolos o hábitos distintivos de una determinada religión.

Los profesores recibieron el apoyo de los sindicatos de enseñantes y las asociaciones de padres de alumnos.

La madre de las adolescentes les recordaba, sin embargo, que nadie prohíbe que otras alumnas porten en su cuello una cadena con una cruz, con la imagen de una santa, o con la estrella de David de cinco puntas.

Precedentes

La responsable de Educación Escolar del Gobierno, Segolene Royal, anunció en enero pasado tras estudiar el caso, que las niñas debían ser admitidas, porque «la primera regla que debe seguir un servicio público de educación es la de acoger a los alumnos». Esta decisión había obligado a los profesores a ofrecer clases alternativas a educación física y química a las dos jóvenes, lo que no hacía más que aumentar las tensiones en el centro escolar.

El consejo de disciplina del colegio propone ahora ofrecer a la madre de las niñas otro centro escolar donde puedan ser admitidas, en la misma región de Gard, con lo que el problema, lejos de resolverse, se mantendrá pero trasladado a otro lugar.
El problema del velo no es nuevo en Francia, donde viven cientos de miles de musulmanes, pero las autoridades no han fijado todavía un criterio definitivo sobre el tema. Hace ahora justo un año, el 12 de febrero de 1999, otras dos alumnas de origen turco del colegio parisino Jean Monnet, que cursaban el último curso de primaria, fueron expulsadas por portar el velo.

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