No es una moda, aunque a veces lo está pareciendo. Siempre de actualidad, adoptar niños es un reto.
EMMA RODRIGUEZ
MADRID.- Una experiencia personal, el proceso de adopción de dos niñas indias, Samira y Kumari, sirve a Gabriel Albiac para replantearse el mundo en el que vive, para reflexionar sobre temas como la paternidad o la identidad, para intentar comprender lo inmediato y comprenderse a sí mismo a través de la escritura.
Una adopción en la India (Espasa Hoy) es una obra en la que Albiac hace «una apuesta absoluta contra la identidad, que no es más que la forma cotidiana del fascismo, y a favor del mestizaje y la diferencia», a través de la figura de las dos niñas, un ejemplo de que las razas deben mezclarse.
A medias entre la descripción novelada de los obstáculos burocráticos que él y Carmen, su compañera en la aventura, tuvieron que saltar para hacer realidad su deseo, y el ensayo, el filósofo y columnista de EL MUNDO ha intentado buscar en este libro «una línea de continuidad simbólica en mi propia trayectoria».
«Quería demostrar que no había cambiado tanto, que, en este fin de siglo en el que todas las causas del pasado parecen haberse quedado en nada, sigue existiendo en mí esa apuesta moral que me llevó a participar en el Mayo del 68, esa especie de fidelidad a la verdad, esa toma de posición ético-estética», declaró ayer el autor.
LUCIDEZ E IRONIA.- Precisamente en la continuidad, pero de su mirada, insistió Pedro J. Ramírez, quien presentó el libro junto a Federico Jiménez Losantos. «Albiac ha desarrollado un género, la columna del pesimismo, que continúa durante las 106 primeras páginas de este libro, sin deparar ninguna sorpresa, con sus habituales dosis de lucidez, ingenio e ironía», señaló el director de este periódico.
Pero en la página 106, según la tesis de Ramírez, aparecen ciertas contradicciones, ciertas grietas en el pesimismo de quien anteriormente ha negado la paternidad, el humanismo, el amor y la sentimentalidad. «Cuando le dicen que debe elegir entre una de las niñas no duda en decir: "No seré yo quien condene a una de mis hijas al infierno". Es en momentos así donde a Albiac se le escapa la ternura, el sentimiento paternal».
En esas contradicciones del autor, en esa transformación sugerida por Pedro J. Ramírez, insistió el otro presentador, Federico Jiménez Losantos.
Para el columnista de ABC «este libro es un autoanálisis y a través de sus páginas el propio autor va evolucionando y hace que nos planteemos hasta qué punto un tema como el de la paternidad puede afrontarse racionalmente. Albiac muestra sinceramente ese proceso de transformación mediante el cual son las niñas las que lo van cambiando a él, las que en realidad lo convierten en padre».
LOS BUENOS SENTIMIENTOS.- El autor dio la razón a sus presentadores en que su obra trata de la creación del padre, «de la opción de serlo por encima de los condicionantes biológicos», pero se mantuvo firme en el convencimiento de que «a los 46 años es imposible transformarse» y de que «con buenos sentimientos sólo se puede hacer mala literatura, como decía Gide». «Por eso adopté todas las cautelas del mundo, todos los dispositivos posibles de contención para no llegar al sentimentalismo», señaló.
El acierto de la trama kafkiana para reflejar la espesa burocracia india; el retrato certero, sin exotismos, de una realidad ajena; el profundo comentario de un mito como el de Peter Pan, que se analiza en la obra igual que el cuento de La reina de las nieves; la forma en que la experiencia individual se convierte en colectiva y retrata a toda una generación que negó los principios de la familia y de la continuidad, fueron otros de los aspectos que se destacaron en la presentación de Una adopción en la India.
Una obra que refleja un gesto, el gesto de un hombre empeñado en «mantenerme fiel a mis principios éticos» en un tiempo en el que «las metáforas de la revolución se han hundido sin dejar lugar a la esperanza».
25 ene 2010
Adopción en la India, Gabriel Albiac
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