18 ene 2010

Entrevista a Paloma Picasso

La amplia sonrisa roja de Paloma Picasso, enmarcada por su pelo negro, se ha convertido en un cliché como puede serlo la cabellera platinada de una Marilyn, el bigotillo y el bombín de un Chaplin y el paro y el mostacho de Groucho Marx. La hija más conocida de Pablo Picasso visitó Madrid este fin de semana con motivo de la exposición El siglo de Picasso, que se exhibe actualmente en el Centro de Arte Reina Sofía y en el que hay algunas obras de su colección. Un montaje que ella encontró algo mejor que el de París.

No en vano el mago y artista del glamour, Andy Warhol, centró la entrevista que hizo hace años a la hija del pintor malagueño en indagar acerca del color del carmín que utiliza y sin el cual no se la reconocería. ¿Muestra de la frivolidad llevada a su extremo en el gran estilo del maestro, o apunte sobre las bases de la creación de un símbolo de nuestra época? Sin ser sólo una hija de famoso, ni tampoco una jetsetter sin ocupación definida, Paloma Picasso es una de las fetiches de nuestro siglo. Lo es su rostro, que puede ser reducido a dos rasgos esenciales, y eso basta.Lo suyo parece la temprana composición de una obra definitiva. Desde muy joven adoptó la combinación del rojo y el negro para las líneas duras de su rostro y también como los colores más estables de su atuendo. Los cambios constantes fueron la ley de vida y obra de Pablo Picasso. Su hija más conocida admite sentir una especial debilidad hacia lo contrario, hacia la estabilidad, hacia lo perdurable, hacia lo eterno, si es posible.

"Sí, me inclino más por las cosas perdurables. Tengo algunas amistades de muchos años, creo en la fidelidad en muchos sentidos, sobre todo en las relaciones", dice. "Varío poco mi aspecto, por ejemplo, pero no es algo hecho a propósito, es algo natural en mí. De vez en cuando hago cambios, pero son siempre mínimos. El día que me pinte el pelo de rubio...", y no termina la frase, de sólo pensarlo suelta una carcajada. Ríe con facilidad, sobre todo cuando bromea sobre sí misma.

Su trabajo como diseñadora de joyas también nació de esa tendencia suya a lo perdurable, a las líneas clásicas con un toque personal. "Las joyas no son efímeras, como la moda. Es algo que siempre ha estado muy presente para mí. Prefiero las cosas que perduran y no las que se tiran después de seis meses porque han pasado de moda. En todo lo que hago hay un trasfondo clásico que combino con algún detalle extravagante. Siempre procuro que haya un balance entre los dos extremos, justamente para que la obra perdure".

Joyas de coco

"En cuanto a los materiales, yo siempre estoy a la búsqueda de nuevos materiales. Hay materiales plásticos muy bellos y otros que no lo son; de todos modos, mi contrato no me permite hacer joyas de fantasía. Dentro de los materiales nobles hay algunos que no son tan costosos. Procuro que los materiales que utilizo no sean demasiado caros y que sean naturales. He usado la corteza del coco, por ejemplo, para algunas joyas, o el tronco de palmera. Además, a mí siempre me han gustado las cosas grandes y usar diamantes demasiado grandes es complicado".

"Cuando empecé en Tiffany's, mi contrato no me permitía hacer cosas en plata, pero ahora sí, y eso me ha permitido aumentar mucho los clientes, porque el precio es mucho más accesible. Sigo trabajando en Tiffany's y para mí es la joyería más linda que existe, la arquitectura de la tienda tiene un estilo muy fuerte, de los años treinta".

Pero la búsqueda de lo perdurable en nuestro tiempo no va unida forzosamente a la inmovilidad. Paloma Picasso está constantemente de viaje. Vive en Nueva York con su marido, pero esta semana tiene que viajar a Francia, Italia, y la próxima, a Hamburgo, donde presentará una nueva línea de productos diseñados por ella. "He diseñado una línea de azulejos para la casa Villeroy que presentaré en Hamburgo la próxima semana. Tienen una proyección arquitectónica y volumétrica bastante simple pero de muy buen efecto. También presento una vajilla para la que he diseñado todas las piezas. Es la primera vez que hago una vajilla".

Coleccionar

"No sé bien cuántas obras de mi padre tengo. Son muchas, gracias a Dios", reconoce Paloma Picasso, riendo. Su colección consta en su mayor parte de esas valiosas obras, y, por el momento, no piensa ampliarla.

"He comprado pocos cuadros, sobre todo porque no he tenido tiempo, pero mi esposo y yo pensamos comparar algunos más adelante. Digo que no he tenido tiempo porque no se trata de comprar obras sólo porque son de artistas famosos. Una colección es algo que se debe hacer con mucho cariño y con interés".

"El secreto de una verdadera colección, que tenga interés, s que pueda tener un hilo conductor, una personalidad. En cuanto a mis preferencias en arte, pienso que no se puede generalizar y decir que me gusta tal o cuál época, el arte norteamericano o europeo. Cuando me preguntan cuál es la época preferida de mi padre no puedo contestar. En cada época hay cosas que me gustan muchísimo. Creo que en arte es la obra la que te hace querer una época y no lo contrario".

Su relación con el arte español del siglo que su padre marcó es débil. Se limita a los artistas de la vanguardia histórica, y a los que pudo conocer personalmente. "De El siglo de Picasso conozco poco a los artistas españoles más actuales. Conozco sólo a los que vivieron en París y conocí allá. Sería interesante saber por qué ha tenido tanto éxito en Francia y me gustaría que suceda lo mismo aquí. Es una pena que el Estado español no tenga muchas obras de mi padre y los artistas españoles de esa época, pero pienso que ahora están cambiando esa actitud y han empezado a comprar algunas obras. Además, pienso que el montaje de la exposición en Madrid ha quedado mejor que el de París".

El comisario francés de las exposiciones de arte español que se exhibieron el pasado otoño en París afirmó que estas muestras habían servido para poner en claro de una vez que Picasso es un artista español, y no francés, como muchos franceses pensaban. "Cuando pienso en mi padre no pienso en un francés, sino en un español. Formó parte, en Francia, de un movimiento muy importante, pero la gente sabe que no es francés. Con frecuencia en América publican que mi padre era catalán y yo me paso la vida explicando que era andaluz".

La herencia de un genio no es fácil de administrar. "Cada mes y medio nos encontramos en París, mis hermanos y los sobrinos, los herederos por la sangre, para decidir todo lo relativo a los derechos de autor. A libros, publicaciones, préstamos, falsificaciones. Catherina Hutin, la hija de Jacqueline, no viene a estas reuniones porque su madre nunca lo hizo".

"La verdad es que nosotros no nos mezclamos para nada en este asunto de la herencia de Jacqueline", dice Paloma. "No nos hablábamos mucho con ella. En algunos diarios salieron como mías unas declaraciones que yo no había hecho y tuve que rectificar. Yo no emití ningún juicio sobre este asunto. Es una pena que hubiera todo este lío entre España y Francia, pero al final Catherina ha terminado prestando cuadros para esta exposición". El País

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