El cabello ha sido siempre considerado como un elemento de cambio en un constante devenir del desarrollo y las modas; así ha sido la historia de la peluquería, así se ha dibujado el paso del ser humano en el tiempo, relacionado con este elemento mágico, social y ornamental, llamado cabello. En un recorrido por la historia de la humanidad descubriremos el pelo, como una de las principales señas de identidad más características de cada persona en relación a la evolución del cuidado capilar.. Es la referencia más antigua que se tiene sobre la existencia de cuidados, productos y vanguardias.
Los cambios más significativos en cosmética se comienzan a gestar en el antiguo imperio Egipcio
En el Imperio que creció a orillas del Nilo, era frecuente, como hemos podido observar en distintas películas y documentales, hombres con la cabeza totalmente rasurada; no así los sacerdotes y los miembros de las elites gobernantes. Estos se desmarcaban con un símbolo de distinción entre la plebe, esclavos y súbditos; el cabello con diferentes peinados, colores, pelucas de pelo lacio y cabello natural, así como, valiosos tocados de oro y piedras preciosas.
En esta época se comienza a hablar ya de los pigmentos de origen vegetal para el cabello. El descubrimiento de las propiedades colorantes de la hena dio a las féminas la posibilidad de obtener en sus cabellos colores rojizos y caobas.
Gracias al avance en las comunicaciones (marítimas y terrestres del mundo egipcio) y a los constantes conflictos, las costumbres se propagaron más rápido por el Mediterráneo. Así por ejemplo, el mundo griego, impregnado de sabidurías de oriente y occidente, entre lo terrenal y lo divino, creó un culto al cuerpo propagado y alimentado de leyendas e ideales de belleza. En esta búsqueda de la perfección divina en la que estaban inmersos, no solo cultivaban su cuerpo, también su rostro y pelo; Los peinados tenían muchos detalles, de los que tenemos referencia gracias a las esculturas. Estas nos muestran mechones cortos que rodeaban la frente, melenas largas recogidas y a diferencia de los egipcios, mucho movimiento expresado a través de la ondulación del cabello.
Es en la sociedad helena donde aparecen por primera vez las academias de peluquerías regentadas por esclavos que adornaban, engalanaban y embellecían las filosófales cabezas de los griegos (ciudadanos).
Será la tierra de Rómulo y Remo la heredera directa de los gustos y aficiones griegos. Así, también adoptó el concepto de la belleza física y, por ende, la preocupación por observar la belleza de sus cabellos.
Una grata sorpresa para las mujeres romanas sucedió cuando vieron a las cautivas que trajo Julio César de las Galias, que lucían unos hermosos cabellos rubios, a los que quisieron imitar. Es este el origen del gusto por la belleza nórdica, es partir de este momento cuando se realizaron pruebas para aclarar el tono del pelo, predominando el compuesto de sebo de cabra y ceniza de haya, pese a que no resultaba demasiado saludable para el castigado cabello.
Los peinados fueron variando, teniendo en cuenta la larga duración del imperio romano y la influencia que fue recibiendo del contacto con los diferentes pueblos que iban conquistando. Podemos hablar de los más habituales como el cabello rodeando la cabeza, la melena con rulos y el cabello recogido y trenzado.
Ya en esta época, se practicaba la peluquería en forma permanente, surgiendo especialidades según qué se realizara: peinado, color, postizos, etc.
Tras la caída del Imperio Romano, comienzan dos períodos antagónicos: la Edad Media, una era en la que las libertades limitaban la expresión del ser, y el Renacimiento, donde el hombre encontró un espacio más abierto para pensar y crear.
El Cristianismo comienza a imponerse en los diferentes estados, triunfando la austeridad por encima de la coquetería.
Poco avanzó durante la Edad Media, época de cruzadas y oscuridad artística, lo que sería, mas tarde, la poderosa industria de la belleza. Como la actitud era muy recatada, las mujeres se limitaban a usar sus cabellos con una sencilla raya al medio. Usaban trenzas -muchas veces postizas- que rodeaban sus cabezas. No se buscaba demasiado el cambio en el color del pelo porque no era muy bien visto. Además, existía la costumbre de usar túnicas que cubrieran totalmente la cabeza, lo que también impidió un desarrollo considerable de la peluquería en esa época.
Será a partir del siglo XV cuando comience el renacer de la cultura, la ciencia y la visión antropocéntrica del universo. El renacer del mundo clásico, de la estética, la belleza…
En la historia de la peluquería, es en el Renacimiento, cuando las femeninas comienzan a ser el centro de la creatividad de los peluqueros que descubren la posibilidad de realizar peinados mucho más sofisticados, aplicando numerosos accesorios: redecillas, coronas, trenzas postizas, joyas entrelazadas.
En esta época, la cosmética facial toma un impulso importante, y son numerosas las cremas y los ungüentos de importación que se comienzan a distribuir entre las clases mas acomodadas.
Es a principios del XVI cuando se puede hablar de una moda bastante extendida por Europa, y que es impuesta por las venecianas: el gusto por el pelo rojo, se extiende sorprendentemente fuera de Italia. Para conseguir ese tono se realizaban mezclas de sulfuro negro, miel y alumbre. Luego, los cabellos eran expuestos al sol para que actuara la mezcla sobre los mismos.
Siglos más tardes, inmersos en revoluciones que cambiarían el transcurso del planeta, París es la ciudad, es el centro de todos los gustos y estilos de belleza. Las exigencias de los hombres y mujeres franceses son tan grandes con sus peinados, que en esta época,el arte de la peluquería adquiere un gran impulso.
Se imponen las famosas pelucas blancas, que iban acompañadas de accesorios complicadísimos que incluían hasta maquetas, difíciles de transportar a la hora de trasladarse de un lugar a otro. Con una mezcla de talco y almidón, estas pelucas se empolvaban para que lucieran lo más blancas posibles, y para enrularlas, los peluqueros enrollaban sus mechas en cilindros que calentaban en hornos de panadería. Así nace la permanente en caliente. Este método no se podía utilizar en el cabello natural, que quedaba oculto bajo esos postizos inseparables
Tras la revolución, se escoge el pelo al natural y la sociedad francesa se declina por la sencillez del corte y la belleza interna.. Pero surge algo que conmocionará, también, a la peluquería y es el agua oxigenada (1867), mucho menos agresiva de lo que se venía usando desde los antiguos griegos. Es en esta época cuando los peluqueros incrementan las visitas a domicilio como forma de trabajo.
Pero sin duda, será el siglo XX el siglo de las vanguardias y el nacimiento de la moda Cada década tendrá su estilo; el culto a la imagen -acompañada por el nacimiento de los medios de comunicación masivos- se impondrá en todo orden. Se tratará de identificarse con ideales femeninos o masculinos que se verán en las grandes pantallas o en la televisión, y en las revistas life-style .
Nacen, definitivamente, los salones. En los primeros años, el corte a lo garçon para la mujer fue una gran característica, y esto se debió a que ella necesitaba estar cómoda, peinarse rápidamente, ya que, gracias a la revolución industrial, la mujer se había incorporado al mercado del trabajo, y no tenía tanto tiempo para el arreglo personal.
Más tarde, el pelo creció un poco, con ondulaciones, rulos profundos o cabelleras lacias, para las mujeres. En el caso de los hombres ocurre una cosa: después de haber sufrido dos guerras mundiales en las que el estilo militar impuso la forma de cortarse el pelo a la "medida americana" (estilo soldado), se encuentra que en los años 60 y 70, con el surgimiento de los Beatles y los hippies, logran liberarse de los cortes rígidos y dejan crecer su cabellos hasta obtener largos antes impensados.
Ahora, en el inicio del siglo XXI, ya no se habla de moda sino de tendencia, es decir, que se intenta sugerir más que imponer. Y que la gente tiene la libertad de elegir el color, la textura, el largo que más le plazca, ya sea hombre como mujer. Esta forma de pensar y de actuar tiene de positivo que les permite a los peluqueros desplegar toda la creatividad que deseen para elaborar verdaderas obras de arte, siempre pensando en el cliente actual, más exigente y con más libertad para expresarse.
¿Qué corte me hago?
Para los más indecisos, lo mejor es instalar estos programas en nuestro propio ordenador. Hay varios con licencia shareware, que permiten descarga de prueba gratuita y posteriormente una versión profesional de pago. El más sencillo es Hair Pro 2006, que se descarga e instala en unos segundos, y nos permite muchos estilos diferentes. Para los más profesionales, aconsejamos también Salon Styler Pro – Hairstyle Imaging & Maggi Hairstyles & Cosmetics 6.0.
Limitaciones:
La versión de prueba solo permite diferenciar entre 56 estilos, para acceder a los más de 900 peinados diferentes es necesario obtener la versión de pago.
31 ene 2010
Un buen corte de pelo: historia de la peluquería
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